Miss Universo: entre el pasado y el futuro

Miss Universo: entre el pasado y el futuro

Este domingo 18 de noviembre tendrá lugar la 72º edición del certamen Miss Universo. Esta franquicia ha sido objeto de controversia y admiración a lo largo de las décadas. Desde la polémica causada cuando Donald Trump fue dueño de la franquicia hasta la edición en la que el conductor Steve Harvey declaró por error que la ganadora había sido Miss Colombia en lugar de Miss Filipinas, el certamen no ha estado exento de críticas. Sin embargo, quizá la crítica más grande haya sido hacia las reglas y dinámicas del certamen en sí, y la cultura que llegó a perpetrar.

 

El certamen

Desde sus inicios en la década de 1950 sostuvo reglas estrictas para sus competidoras, entre ellas estaban: ninguna concursante puede estar casada (y tampoco haber tenido una anulación o un divorcio), ninguna concursante puede ser madre (o, en su defecto, haber tenido un aborto o dado a luz a un bebé). Aquellas que logren concursar en Miss Universo deben ser las ganadoras de los certámenes de belleza nacionales de sus respectivos países. Todos los países que concursan deben pagar una cuota y es por esta razón que algunos países más pequeños muchas veces no se ven representados.

Este certamen tiene los mayores índices de popularidad en Latinoamérica y el Sureste de Asia; también es muy conocido en Europa y África pero la audiencia es menor. 

Al mismo tiempo, entre las décadas de los años 70s y 2000s este certamen fue altamente popular. Podríamos comparar este concurso incluso con los juegos olímpicos o el mundial de la FIFA en la manera que las personas apoyaban a sus respectivos países y se llenaban de orgullo y alegría cuando ganaban, especialmente cuando algún país comenzaba a acumular ganadoras de Miss Universo. 

Cabe mencionar que entrada la década de los 2010s los concursos de belleza comenzaron a volverse cada vez más obsoletos al tener lugar de manera simultánea con el empoderamiento femenino, los múltiples movimientos feministas alrededor del mundo y la aceptación de diferentes cuerpos y etnias en la industria de la moda y el entretenimiento. 

Hacia el final de esta década la franquicia hizo cambios importantes que comenzaban a dar pie a una nueva era que pudiera estar al ritmo de la cultura. El primero fue aceptar a mujeres trans en el concurso. En 2018 Ángela Ponce, Miss España, fue la primera mujer trans en la historia en participar en el certamen. El siguiente año, en 2019, Swe Zin Htet de Myanmar fue la primera participante en declararse abiertamente homosexual.

 

La nueva era de Miss Universo

En el año 2022, la franquicia fue adquirida por Anne Jakkaphong Jakrajutatip, empresaria tailandesa y defensora de los derechos de las personas transgénero. La franquicia es ahora estadounidense y tailandesa, por lo que tiene sede en Nueva York y Bangkok. Anne Jakkaphong, quien es una mujer transgénero, se convirtió en la primera mujer en ser dueña de la organización en 2022. Anne respondió al cambio drástico que la franquicia necesitaba para estar al día con las tendencias de la época. Uno de los primeros cambios que hizo fue anunciar que, a partir de 2024, no habrá límite de edad para las concursantes. El anuncio se hizo a través de la Miss Universo 2022, R´Bonney Gabriel, la concursante más “vieja” de la historia del certamen, quien ganó a los 28 años.

Aunado a esto, otro de los cambios más importantes que hizo Anne Jakkaphong fue deshacerse de las reglas relacionadas a estar (o haber estado) casadas y tener hijos o haber dado a luz o estado embarazada. Anne declaró que lo más importante al asumir el compromiso de participar en el certamen es, de salir ganadora, tener la disponibilidad de cumplir con las obligaciones que el reinado implica. Cuando una Miss Universo asume el reinado (que dura un año) debe mudarse a Nueva York y hacer varios viajes alrededor del mundo para patrocinar las numerosas causas caritativas que la organización apoya, así como participar en diferentes eventos.

 

¿Quién es Anne Jakkaphong y cómo está cambiando a Miss Universo?

La historia de Anne Jakkaphong es, francamente, inspiradora. Después de haber crecido en una familia ultraconservadora en Tailandia, haber sufrido abuso sexual y verse forzada a reprimir su identidad durante la mayor parte de su vida, siempre quiso salir adelante. Supo desde que tenía 5 años que había nacido en el cuerpo equivocado y creció viendo los certámenes de Miss Universo con su familia. En las concursantes veía todo lo que quería ser: mujeres fuertes, poderosas y de mundo. Anne se convirtió en una empresaria exitosa (hoy es propietaria de JKN Global Group). Los cambios que Anne ha forjado en la misión de la organización van desde diversidad hasta empoderamiento femenino y la más importante: crear líderes y agentes de cambio.

La edición de 2023 de Miss Universo es la primera en incorporar completamente la visión de Anne. En la página oficial se indica que lo que los impulsa es “la Organización Miss Universo existe para abogar por un futuro forjado por mujeres y para mujeres: mujeres con el valor de superar los límites de lo posible, con la curiosidad suficiente para hacer descubrimientos trascendentales y la audacia suficiente para hacerlo una y otra vez. Creemos que el futuro de la humanidad depende de alcanzar la equidad de género en todo el mundo.” Esta misión dista bastante de una idea en la que ser esbelta, delgada y hermosa sea lo más importante.

Al mismo tiempo, esta edición de Miss Universo es la más diversa hasta la fecha: cuenta con dos concursantes trans: Rikkie Valerie Kollé (Miss Holanda) y Marina Machete (Miss Portugal; dos concursantes que tienen hijos Michelle Cohn (Miss Guatemala) y Camila Avella (Miss Colombia) y una concursante plus size, Jane Dipika Garrett (Miss Nepal).

Por lo tanto, es claro que el certamen de Miss Universo ha cambiado drásticamente. Sin embargo, sigue siendo un certamen de belleza. Quizá nos podría hacer pensar que la cultura de estos certámenes sigue perpetuando el concentrar el valor de una mujer a su aspecto físico. Nos hace preguntarnos por qué pasar tanto tiempo preocupándonos por el físico cuando quizá nuestras capacidades podrían permitirnos hacer algo más, algo con más impacto o que pudiera permitirnos tener una mejor calidad de vida.

No obstante, quizá el mayor acierto de Miss Universo supere estas fallas. Quizá la ganancia más grande es que finalmente da lugar a ver materializada el polifacetismo femenino. Nos hace ver que el que a una mujer le guste el maquillaje y posar para las fotos no anula que sea alguien sumamente inteligente y con un profundo propósito de vida. Que cuide su físico no anula que pueda ser una agente de cambio en causas valiosas. Y quizá este certamen será un importante producto cultural para ayudarnos a entenderlo.

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