A sus 58 años, la intérprete de Leyendas de pasión, Julia Ormond, denunció a Harvey Weinstein por haber abusado sexualmente de ella en 1995, así como a los cómplices que callaron ante los hechos.
Pero este hecho, para la considerada “nueva Julia Roberts”, ha tenido un alto precio tanto a nivel personal como profesional, ya que sostuvo a El País que el productor se encargó personalmente de que su carrera jamás volviera a levantar el vuelo.
Era 1994 y Weinstein, que ya cimentaba sobre la sorprendente Pulp Fiction su estatus como gran tótem de la industria, se aproximó a Ormond en busca de nuevos proyectos cinematográficos.
Firmaron un contrato de colaboración que le daba a la productora de Weinstein el derecho durante dos años de tener acceso primero a los trabajos de la actriz, y ésta se convirtió en una de sus consultoras de guion.
Unos meses más tarde, en diciembre, durante una cena de negocios que tuvo lugar en el apartamento que Miramax le había proporcionado a Ormond como parte del acuerdo, se produjo la supuesta agresión sexual.
De acuerdo a lo publicado, Weinstein se subió encima de ella desnudo, se masturbó, la obligó a darle un masaje y a practicarle sexo oral. Cuando ella relató el episodio a sus gentes, Bryan Lourd y Kevin Huvane, estos hicieron oídos sordos y le aconsejaron callar por temor a las posibles represalias que un enfrentamiento judicial contra el todopoderoso ejecutivo pudiera tener en su carrera.
Weinstein ha negado los hechos recién contados por Ormond. El productor cumple desde 2020 una condena de 23 años en una cárcel neoyorquina por varios delitos sexuales -con otra pendiente de 16 en California- y un centenar de mujeres han denunciado haber sido víctimas de abusos por su parte.
La actriz recuerda que muchas de esas mujeres también eran actrices representadas por la misma agencia que ella.
Pese al tiempo transcurrido desde los hechos, Ormond ha podido emprender la acción legal gracias a la Ley de Supervivientes Adultos, que se aprobó en Nueva York en 2022 a raíz del movimiento #MeToo.
Callar sobre lo sucedido no mejoró su situación. Tras el infame episodio, Weinstein decidió viajar a Copenhague sin su consentimiento para asistir al siguiente rodaje de la actriz, el de Smila, misterio en la nieve. Era la primera vez que lo hacía. Ormond pidió ayuda a sus agentes, pero le insistieron en que debía lidiar con él sin su ayuda.
La actriz se enfrentó al productor y éste reaccinó cancelando el desarrollo del resto de proyectos en los que la británica estaba involucrada y se aprovecharon de su acuerdo de colaboración para controlar y obstaculizar cualquier otra propuesta dirigida hacia la actriz.
Como ocurriera con otras célebres intérpretes que sufrieron abusos, como Annabella Sciorra, Ashley Judd o Mira Sorvino, la “maquinaria Weinstein” se puso en marcha coaccionando a aquellos que pretendían ofrecer papeles en grandes producciones a la intérprete y sumiéndola en una espiral de desprestigio.
En palabras de la propia actriz, la motivación detrás de su reciente denuncia es contribuir al cambio sistémico en Hollywood, una transformación que no debería limitarse al encarcelamiento de un solo depredador sexual y que busca pedir responsabilidades a las empresas “cómplices” que taparon y silenciaron estos hechos.
Durante las últimas dos décadas Ormond ha conciliado su carrera como actriz con una faceta como activista que la ha llevado a ser nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la ONU.
Además de fundar la ONG Assett Campaign, se ha convertido en una de las voces más autorizadas a nivel global en la lucha contra la trata de personas y el trabajo infantil.
La actriz tiene una hija de 17 años llamada Sophie fruto de su matrimonio con el activista político Jon Rubin, de quien se divorció en 2008.
Y su último trabajo como actriz se remonta a un par de años atrás, en la serie The Walking Dead: World Beyond.
Con información de El País
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