Trump y su violencia misógina contra periodistas

Trump y su violencia misógina contra periodistas
Trump y su violencia misógina contra periodistas

Donald Trump volvió a encender alarmas sobre su trato hacia las mujeres periodistas. Durante un vuelo en el Air Force One, el expresidente llamó “piggy” (“cerdita”) a Catherine Lucey, corresponsal de Bloomberg News. La agresión ocurrió cuando la reportera le preguntó por los avances en el caso Jeffrey Epstein y por qué cambiaba de postura frente a la publicación de los archivos relacionados. Antes de que Lucey terminara su pregunta, Trump la interrumpió con un “Quiet. Quiet, piggy”, mientras la señalaba con el dedo.

El ataque pasó desapercibido ese viernes. Sin embargo, días después se viralizó el video y estalló la indignación en redes. Figuras mediáticas criticaron el insulto por su carga misógina. “Disgusting and completely unacceptable”, escribió el presentador de CNN Jake Tapper. Gretchen Carlson, exfigura de Fox News, también reaccionó con dureza y calificó el hecho como “repugnante y degradante”.

Bloomberg defendió a su corresponsal. Un vocero afirmó que sus reporteros cumplen un servicio público vital y seguirán informando “sin miedo”. Mientras tanto, la Casa Blanca respondió intentando culpar a Lucey. Un funcionario aseguró, sin pruebas, que la periodista actuó de manera “inapropiada” hacia sus colegas durante el vuelo. No ofreció más detalles.

Un patrón de misoginia pública

El insulto a Lucey no es un episodio aislado. Forma parte de un largo historial donde Trump dirige ataques de género hacia mujeres, en especial periodistas. El caso se suma a años de violencia verbal marcada por insultos que buscan reducir, humillar o intimidar.

Alicia Machado, ex Miss Universo, denunció que en 1996 Trump la llamó “Miss Piggy” y la presionó para bajar de peso. El insulto se repite ahora, casi tres décadas después, como eco de la misma misoginia.

Varias periodistas han enfrentado su agresividad. April Ryan, histórica corresponsal, fue marcada como “perdedora” por Trump, quien aseguró que ella “no sabe lo que está haciendo”. Durante su gobierno, una funcionaria incluso la llamó “Miss Piggy”, hecho que generó disculpas posteriores.

Diversas organizaciones han advertido sobre este patrón. En 2018, la International Women’s Media Foundation pidió a la Casa Blanca respetar a las periodistas. Su directora, Elisa Lees Muñoz, señaló que los ataques basados en la apariencia son “insultos de género destinados a silenciar”. También advirtió que, cuando provienen del líder del país, pueden desencadenar más abusos y enviar un mensaje intimidatorio a otras mujeres.

Misoginia frente a las preguntas incómodas

El episodio con Lucey ocurrió justo mientras el Congreso de Estados Unidos aprobaba un proyecto de ley para publicar los archivos del caso Epstein. En ese contexto, Trump enfrenta presión por la desclasificación de los documentos, incluidos correos donde Epstein asegura que el mandatario “pasó horas” con una de sus víctimas. Trump lo niega, pero su cambio de postura mantiene abierta la controversia.

La congresista republicana Marjorie Taylor Greene apoyó la publicación de los archivos. Incluso firmó la petición que obligó a la votación en la Cámara. El distanciamiento con Trump creció al punto de que él la llamó “traidora”. Para las sobrevivientes del caso Epstein, la liberación completa de los documentos es esencial. Publicaron un video donde piden justicia y reclaman transparencia total.

La violencia verbal como herramienta política

Trump utiliza los insultos para deslegitimar preguntas incómodas. Sin embargo, su agresión se vuelve más dura cuando quien lo cuestiona es una mujer. Mary Bruce, reportera de ABC News, lo vivió durante una conferencia junto a Mohamed Bin Salman. La periodista preguntó por el asesinato de Jamal Khashoggi. Trump reaccionó indignado. Le dijo que había hecho “una terrible pregunta” y que “no debía avergonzar al invitado”. Luego aseguró que ABC es “una empresa de mierda” y sugirió retirar su licencia.

El National Press Club señaló que minimizar el asesinato de un periodista agrava los riesgos para la libertad de prensa. También recordó que las declaraciones de un presidente pueden generar consecuencias reales para quienes lo cuestionan.

Trump continuó atacando a Bruce ese mismo día. Le dijo que era una “terrible reportera y persona”. Más tarde agregó que debería “volver a estudiar periodismo”. Al finalizar la conferencia, se negó a seguir respondiéndole.

Violencia de género como mensaje

Los insultos de Trump a las mujeres buscan algo más que el desacuerdo. Funcionan como advertencia. Elisa Lees Muñoz lo resume así: cuando un hombre en el poder insulta a una periodista mujer, envía un mensaje que permite que otros hombres repitan el abuso. Por eso, cada ataque tiene un efecto multiplicador.

Para April Ryan, Trump actúa como un matón. Considera que el insulto a Lucey revela su nerviosismo ante los archivos de Epstein. Ryan también pidió a la corresponsal seguir preguntando con firmeza. “Él quiso intimidarla. Ojalá siga adelante”, afirmó.

El episodio evidencia, una vez más, la violencia de género que marca el trato de Trump hacia las mujeres. También reabre el debate sobre cómo la misoginia desde el poder pone en riesgo el trabajo periodístico y la libertad de prensa en un momento político ya tensionado.

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