Con 37 años, José se dedica a vender hot cakes con su esposa, Érica, en un parque de la alcaldía Venustiano Carranza. Aunque ambos reconocen que les gustaría tener otro empleo que les permitiera aumentar sus ingresos, sólo concluyeron hasta sexto y quinto de primaria, respectivamente, “y es difícil, porque sí hay muchos trabajos, pero piden otros estudios y si no tienes no te lo dan”.
Por ello, su esperanza está puesta en que sus hijos Norma y Juan, de 7 y 10 años —cuyos nombres fueron cambiados para proteger su identidad— continúen estudiando y “tengan un poco más de conocimiento, que tengan otra mentalidad y el día de mañana puedan defenderse y no ser discriminados por no saber leer y escribir, que aspiren a un trabajo mejor al que nosotros tenemos”, agrega José.
A pesar de que en ocasiones no cuentan con recursos para comprar los uniformes o los materiales que se requieren a lo largo del ciclo escolar, los niños han encontrado comprensión por parte de los profesores y director de una primaria que se encuentra cerca de donde está estacionada la camioneta desvencijada en la que viven, donde han cursado tres años de la primaria.
Sin embargo, la asociación El Caracol, dedicada al apoyo de poblaciones callejeras, señala que no hay capacitación ni reglamentación para que las escuelas incorporen y realicen los ajustes razonables para los estudiantes en situación de calle, por lo que su inclusión queda a criterio de las autoridades de cada plantel.
La ‘Escuela de las Mariposas’, una posibilidad de estudiar para infancias en calle
Ante la falta de políticas públicas y ajustes razonables para la inclusión educativa de niñas y niños integrantes de poblaciones callejeras, El Caracol creó la ‘Escuela de las Mariposas‘, con el fin de apoyar a estas infancias.
Georgina Moreno, encargada del proyecto, explica que el objetivo principal es “reducir el rezago educativo de niñeces y adolescencias de población callejera a través de la implementación de un dispositivo móvil con el que llevamos actividades de regularización de español y matemáticas, hablamos de derechos humanos, emociones y salud, con la intención de que puedan ingresar de una manera más sencilla a las escuelas”.
De acuerdo con la especialista, la prioridad del proyecto es que “no avance el rezago educativo que ya tienen estas niñeces, que ya es muy grande, porque hay niños de 12 años, por ejemplo, que no saben leer porque nunca han ido a la escuela y prácticamente han estado en la calle desde que nacieron”.
Es por eso que cada semana recorren distintos puntos en los que han identificado que viven niñas y niños en situación de calle para llevarles actividades lúdicas con el fin de estimular sus habilidades y conversar con quienes ya están inscritos en la escuela sobre sus experiencias. Uniformados con un chaleco rojo y cargando mesas y bancos se instalan en parques, banquetas o plazas públicas para simular un salón de clases.
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