Genaro Lozano: el nombramiento político que exhibe prejuicios

Genaro Lozano: el nombramiento político que exhibe prejuicios
Genaro Lozano: el nombramiento político que exhibe prejuicios

Esta semana, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión ratificó el nombramiento de Genaro Lozano como embajador de México en Italia. Pero lo que debió ser un paso diplomático, pronto se convirtió en un episodio que exhibió la persistencia de la homofobia en México.

Aunque la designación fue avalada con mayoría, hubo muchos reacciones públicas que se centraron en la orientación sexual del nuevo embajador. En redes sociales circularon memes, fotografías de su boda y comentarios despectivos usados como “argumentos” para desacreditarlo. Más allá del debate político, lo ocurrido evidenció cómo la vida privada y la identidad sexual de una persona siguen siendo usadas como armas de ataque.

Personajes como Alfredo Jalife-Rahme Barrios, un profesor, conferencista, escritor y analista política, han dedicado la mayor parte de su tiempo y sus críticas a la orientación sexual de Lozano.

Críticas que revelan intolerancia

La derecha mexicana ha aprovechado este nombramiento para demostrar sus colores verdaderos. En sus críticas han utilizado expresiones que se podrían considerar discurso de odio, pues han sido homofóbicas y discriminatorias. Algunos legisladores recurrieron a burlas y descalificaciones personales, en lugar de centrar sus cuestionamientos en aspectos institucionales.

Lo que pudo ser un debate legítimo sobre política exterior se terminó contaminado por prejuicios y estigmas.

En redes sociales, sectores conservadores amplificaron estos ataques, retomando imágenes de la vida personal de Lozano para presentarlo como “incapaz” de representar a México en el extranjero. Estas descalificaciones no solo degrada el debate político y democrático, también normaliza la violencia simbólica contra la comunidad LGBT+.

Usar la orientación sexual de un funcionario como argumento político es una falta de respeto, no solo al funcionario, si no a la sociedad en general. Además que podría considerarse un retroceso para un país que ha logrado avances importantes en derechos pro LGBT+ (aunque como sabemos, estos avances no representan la realidad de México, un país extremadamente conservador y homofóbico).

México ha reconocido el matrimonio igualitario, ha promovido leyes contra la discriminación y cuenta con políticas de inclusión. Sin embargo, las reacciones contra Lozano demuestran que la homofobia sigue presente en este país.

Una defensa a la diversidad y la igualdad

Obviamente, desde el gobierno federal y sectores aliados, hubo un llamado a frenar los discursos discriminatorios. La presidenta Claudia Sheinbaum defendió la designación subrayando que Lozano ha sido un defensor de los derechos LGBT+, y que esa trayectoria también fortalece la diplomacia mexicana.

El propio embajador respondió con serenidad, agradeciendo la confianza recibida y reafirmando que su compromiso será representar a México con orgullo y dignidad. “Es un honor servirle al pueblo de México”, escribió en sus redes sociales, en contraste con la violencia simbólica que recibió.

Y no es que debamos defender su nombramiento si no creemos que su experiencia y carrera profesional lo hacen un buen candidato para la posición designada. Pero sí debemos rechazar que la orientación sexual sea usada como filtro para juzgar las capacidades profesionales de una persona. Este episodio debería de servir como recordatorio que la diversidad no resta méritos, si no que los multiplica.

La respuesta de Genaro Lozano

Ante los múltiples ataques, Genaro Lozano decidió responder de forma pública. Desde sus redes sociales, reconoció la preocupación que la comunidad LGBT+ le hizo llegar tras la ola de comentarios discriminatorios.

“Mucha gente LGBT me ha escrito con preocupación por tanto odio, tanto mensaje de quienes piensan que un hombre gay, una mujer lesbiana, una persona trans o no binaria no merece la felicidad ni un cargo por el que ha trabajado toda su vida”, escribió.

El nuevo embajador destacó que México ha dado pasos importantes en inclusión:

“Somos orgullosamente mexicanas y mexicanos, de un país que orgullosamente reconoce nuestros derechos, nuestros amores, nuestras identidades. Aunque falta mucho, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha fungido como una aliada y desde 2018 hemos avanzado como nunca antes”.

Su mensaje también fue un llamado de resistencia:

“Que nadie te diga que no puedes por ser LGBT. Que no te detenga el odio. Que nadie te menosprecie nunca por ser quien eres. Nuestros cuerpos son bellos. Nuestros amores dignos”.

En un cierre inspirador, Lozano afirmó:

“Lucha siempre por lo que quieres y defiende en lo que piensas. Hasta que la dignidad de todas las personas, incluidas las LGBT, sea la costumbre. Somos orgullosamente del país más bello del mundo: México, el país de todas, todos y todes”.

Homofobia: un lastre democrático

El caso de Lozano muestra cómo la homofobia puede infiltrarse en debates públicos y debilitar la democracia. Reducir a una persona a su orientación sexual es negar su trayectoria, sus conocimientos y su capacidad de servir.

En lugar de enfocarse en proyectos diplomáticos o en los retos de la relación México–Italia, parte de la oposición eligió amplificar prejuicios. Al hacerlo, evidenció un rezago que va en contra de los valores de igualdad y respeto que México ha suscrito en tratados internacionales y en su propia Constitución.

La política mexicana, así como los medios de comunicación y comunicadores, no puede seguir normalizando la discriminación como herramienta de ataque. Genaro Lozano inicia su gestión con el reto de representar a México en el exterior y, al mismo tiempo, con la carga simbólica de haber enfrentado homofobia desde el primer día. Su nombramiento es también una prueba para el país: demostrar si estamos dispuestos a erradicar los prejuicios y decirle adiós a la ignorancia y homofobia.

Es impresionante que en pleno 2025 sigamos teniendo estas reacciones y conversaciones, cuando la orientación sexual de una persona es algo que no nos debería de importar en lo más mínimo. Y lo que es peor, es que comunicadores, analistas y columnistas caigan en esta retórica conservadora anti LGBT+. Así que antes de criticar, chequen sus prejuicios y sus privilegios.

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