A pesar de que ya existe más concientización sobre cómo se presenta la violencia en las relaciones de pareja en los medios y las redes sociales, los arquetipos de relaciones codependientes no parecen pasar de moda. Son tan comunes que a pesar de las alarmas colectivas que existen, continuamos viéndolos una y otra vez.
El cuento de nunca acabar
La historia de las mujeres que se enamoran de hombres que las odian parece ser uno de los más repetitivos. Y es que probablemente todas conozcamos (o seamos) mujeres que han estado o están en relaciones como ésta. Los patrones son claros, repetitivos y fáciles de identificar. Excepto, generalmente, para las mujeres que están en estas relaciones.
En el libro Men Who Hate Women and the Women Who Love Them: When Loving Hurts and You Don’t Know Why de la terapeuta Susan Forward (que a su vez vivió en carne propia una relación abusiva como éstas) se explican, a través de diferentes ejemplos de parejas de la vida real, los patrones constantes que siguen estos hombres y las mujeres que se ven afectadas por sus malos tratos.
Según la autora, aunque solían ser las mujeres quienes buscaban su ayuda, era el comportamiento de los hombres lo que captaba su atención. Según sus parejas, solían ser encantadores e incluso cariñosos, pero podían cambiar a un comportamiento cruel, crítico e insultante en cualquier momento. Su comportamiento abarcaba un amplio espectro, desde la intimidación y las amenazas obvias hasta ataques más sutiles y encubiertos, que se concretaban en constantes maltratos o críticas crueles.
Independientemente del estilo, los resultados eran los mismos. El hombre obtenía el control sometiendo a la mujer y haciéndola entrar en un ciclo de constante tumulto emocional. Estos hombres también se negaban a asumir la responsabilidad de cómo sus patrones hacían sentir a sus parejas. En cambio, culpaban a sus esposas o amantes de cualquier suceso desagradable.
Y a pesar de que las relaciones tenían problemas de codependencia (en los que la mujer solía disculpar el comportamiento de los hombres o no reconocer lo que estos comportamientos decían sobre ellos), el patrón indica que su nivel de sufrimiento no solía acercarse a la manera en cómo hacían sufrir a sus parejas. Eran las mujeres las que sufrían. Todas sufrieron pérdidas drásticas de autoestima, y ??muchas presentaron síntomas y reacciones adicionales, tanto físicos como psicológicos.
¿Cuento de hadas o red flag?
El patrón suele ser el mismo: mujeres independientes, realizadas, exitosas y atractivas que en un torbellino se enamoran perdidamente de un hombre que apenas conocen. De manera casi inmediata al conocer a estos hombres sienten una “química” sin igual y ellos les ofrecen una devoción total: declaran su amor a los pocos días de conocerlas y comienzan a insertarse rápidamente en todos los espacios de su vida. No es poco común que en el primer mes ya vivan juntos y estén haciendo planes de casarse.
A veces las cosas pasan tan rápido que las mujeres ni siquiera tienen un momento para digerir lo que está sucediendo. Suelen estar tan inmersas en la idea que alguien las ame con este nivel de devoción e intensidad que nunca se detienen a dudar si deberían de conocer más a los hombres o si las promesas de verdad pueden ser reales.
Es la intensidad la que las hace creer, y no las muestras reales de compromiso, estabilidad y dedicación. Ni siquiera suele haber suficiente tiempo para desarrollar estas muestras en la realidad. A esto se le conoce también como «love bombing».
Un factor que juega un papel importante en que las mujeres se dejen llevar de esta manera son los múltiples ejemplos de “amor a primera vista” que se pueden encontrar en el cine y la literatura. El encontrar a un hombre que les jure amor eterno a los pocos días no es una alerta sino, irónicamente, un sueño hecho realidad. El verdadero “cuento de hadas”.
Para ver quién es realmente nuestra nueva pareja, la relación debe avanzar con más calma. Se necesita tiempo para ver a los demás con realismo y así reconocer y aceptar tanto sus virtudes como sus defectos. En un noviazgo frenético, las corrientes emocionales y neuronales son tan rápidas e intensas que abruman las percepciones.
Cualquier cosa que interfiera con la imagen del nuevo amor como «ideal» se ignora o se bloquea. Es como si ambos llevaran los ojos tapados. Nos centramos intensamente en cómo nos hace sentir la otra persona en lugar de en quién es realmente. La lógica es: si me hace sentir de maravilla, debe ser maravilloso. Spoiler alert: la realidad suele ser muy diferente.
Es importante entender que el hecho de que estas mujeres se enamoren y aguanten maltratos de este tipo de hombres no es un reflejo de su inteligencia o de su valor propio. Hemos visto a muchas mujeres exitosas, inteligentes y carismáticas terminar siendo víctimas de malos tratos de hombres: Blake Lively, Hailey Bieber, Beyoncé, Miley Cyrus, por mencionar algunos.
Las mujeres en relaciones como éstas se ven sometidas a una técnica de manipulación que mina su salud mental, su autoestima y normalmente (por la dinámica avasalladora de la relación) termina por aislarla del resto de sus relaciones. Y esto no es una casualidad, ya que es producido por una técnica de manipulación constante en la que nunca saben qué esperar de sus parejas. Incluso bajo la dinámica en la que las hacen creer constantemente que sus maltratos se derivan de los “errores” de ellas (quizá si no se comportaran así ellos no reaccionarían de esa manera).
Lo que terminan haciendo es reducir sus vidas cada vez más esperando eliminar la fuente de la discordia, cuando la realidad es que sin importar qué hagan, los hombres que son así siempre encontrarán una razón para explotar, ya que lo único que en realidad quieren es sentir que tienen el control, que pueden reaccionar de cualquier manera y las mujeres seguirán regresando después de que se disculpen y les digan que las aman.
Lo más alucinante de este tipo de relaciones es que son altamente comunes y a la vez extremadamente comunes. ¿Quién puede garantizar que los ataques de violencia de los hombres no podrán terminar con la vida de la mujer en cuestión? Nadie. Pues si algo es claro con estos hombres es que no sabemos hasta dónde podrán llegar, principalmente porque nunca supimos quiénes eran en verdad.
Lo único que podemos hacer para no caer en este tipo de relaciones es ser muy conscientes de los patrones que se repiten. Debemos educarnos a nosotras mismas (y a nuestras madres, amigas, hermanas) a enamorarnos de la estabilidad y de la madurez emocional que se nos demuestre a través de la estabilidad y la constancia, y no de las declaraciones de amor repentinas. Lamentablemente nuestra salud mental (y muchas veces nuestra vida) depende de ello.
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