Parece que en todo el mundo podemos encontrar muestras de la enorme presión para que las mujeres continúen teniendo hijos. Así se ha dado el movimiento pro natalista, que a pesar de tener orígenes “oficiales” en Estados Unidos, en todo el mundo podemos ver esta agenda de forzar a las mujeres a ser madres de distintas maneras.
¿Qué es el movimiento pronatalista?
El movimiento pronatalista dice que a medida que las sociedades se hacen más prósperas las personas tienen menos hijos, sin embargo se requieren 2.1 bebés en promedio para que las poblaciones permanezcan estables. Cada vez son más los países en donde esto no se da, por lo que nos encontramos en una especie de “bomba de tiempo” en la que los neonatalistas alertan sobre un futuro de “ancianos muriéndose de hambre” debido a esta falta de descendientes, necesarios para mantener las pensiones y los niveles de vida.
Su estrategia para evitar que esto se vuelva realidad es invitar a las parejas a tener el máximo número de hijos; volver al modelo de familia numerosa y tradicional, en la que la mujer es la principal responsable de los cuidados.
Uno de los problemas más grandes del movimiento pronatalista es que no se puede entender sin un profundo racismo y xenofobia. El movimiento no quiere que todas las personas, sin distinguir origen racial, tengan la mayor cantidad de hijos posible: el movimiento apunta a que haya cada vez más bebés blancos y así superen los números de la población racializada.
Malcolm y Simone Collins (que actualmente tienen 3 hijos y desean tener 7) son los portavoces de esta ideología en Estados Unidos. Antes de cada embarazo (a través de fertilización in vitro), el matrimonio Collins realiza una selección genética de los embriones. En su teoría, la genética es el mejor tipo de educación, por lo que su crianza es “de bajo esfuerzo”. Y se encargan de difundir estas creencias a través de su web (pronatalist.org), su podcast y sus redes sociales.
En el pronatalismo, no sólo se quieren familias numerosas: también se buscan familias perfectas. Es por eso que el movimiento está íntimamente ligado con el alza de las extremas derechas, ya que parece una estrategia ideal para mantener a sus sociedades de la manera que desean y al mismo tiempo poder rechazar a los migrantes y poblaciones racializadas.
Esto es también porque el movimiento está profundamente relacionado con la eugenesia, una doctrina pseudocientífica que se originó en el siglo XIX y que defiende la idea de que la selección genética puede mejorar la calidad de una población humana. En esencia, busca «mejorar» la raza humana mediante la intervención en la herencia, a menudo con la idea de que ciertas características genéticas son deseables y otras no
La eugenesia es la creencia refutada de que la reproducción selectiva de ciertos rasgos humanos hereditarios puede mejorar la “aptitud” de generaciones futuras.
El rol del Estado en el pronatalismo
El pronatalismo también implica que las personas deberían tener bebés en nombre del Estado, ya que la disminución de las tasas de natalidad es una amenaza para su futuro. Quizás lo más importante es que el pronatalismo podría definirse como la creencia de que las políticas gubernamentales deberían incentivar a las personas a dar a luz. Muchas veces a toda costa.
Uno de los ejemplos más recientes que hemos podido ver fue la agresiva medida del gobierno de Erdo?an, en la que Turquía ha impuesto una prohibición a los partos por cesárea electiva en centros sanitarios privados sin una justificación médica según las nuevas normas del Ministerio de Sanidad publicadas este fin de semana en el boletín oficial del gobierno. En este caso, también se está imponiendo una tendencia hacia el parto vaginal en este país, debido a que los conservadores lo consideran más adecuado. Sin embargo, esto sólo terminará afectando la salud física y mental de las madres, y la posibilidad de que los bebés puedan tener un parto seguro y nacer sanos.
Es importante saber que los líderes de ultraderecha están haciendo es ejercer mecanismos coercitivos para que las mujeres tengan hijos en contra de su voluntad. Es aquí donde también encontramos la prohibición del aborto y las dificultades para acceder a servicios de salud sexual y reproductiva; objetivos de una derecha cada vez más radicalizada.
Estos últimos los hemos observado cada vez más, por ejemplo, en Estados Unidos, en donde el aborto es un tema cada vez más politizado y su acceso cada vez más limitado, muchas veces independientemente de si está en riesgo la vida o bienestar de la madre o en casos de incesto o violación.
En Estados Unidos, el interés por el pronatalismo ha coincidido históricamente con la creciente ansiedad ante los cambios en las normas de género y la demografía. En la década de 1920, la prominencia del pronatalismo creció tras la obtención del derecho al voto de las mujeres, ante la preocupación de que las mujeres trabajaran y ejercieran poder fuera del hogar. Algo muy similar está sucediendo hoy en día, en que la libertad económica hace que las mujeres dependan cada vez menos de un hombre y así puedan elegir si verdaderamente desean tener una pareja o convertirse en madres, más que esa sea su única opción.
Esto también ha derivado en el alza de los incels, la creciente soledad masculina y la dificultad de los hombres para encontrar pareja. Aparentemente, nada es coincidencia.
Sobra decir que este movimiento es extremadamente peligroso no solo para las mujeres sino para los bebés también. El querer forzar las tasas de natalidad a toda costa solo hace que las mujeres sean más cautelosas y re piensen mucho más la posibilidad de convertirse en madres, muchas veces decidiendo no hacerlo. Y que incluso aquellas que sí quieren terminen viéndose afectadas negativamente por estas medidas que no velan por su salud ni la de sus hijos. Muchas veces incluso perdiendo la vida.
También te puede interesar: El peligro del movimiento antivacunas














