La aparente persecución a las personas trans parece expanderse alrededor del mundo, demostrándonos que la discriminación y el prejuicio no son propios de una nacionalidad ni de una región del mundo. No solo es Donald Trump persiguiendo a las personas trans.
En un dictamen unánime, cinco jueces del Tribunal Supremo británico, dictaminaron que «los términos ‘mujer’ y ‘sexo’ en la Ley de Igualdad de 2010 se refieren a una “mujer biológica” y al sexo asignado al nacer. El fallo pone fin a una larga batalla legal iniciada por una organización defensora de mujeres que disputaba la definición adoptada por el gobierno escocés.
La decisión implica que una persona transgénero con un certificado que la reconoce como mujer no debe ser considerada mujer para efectos que tienen como fin medidas de igualdad o cuotas. Es decir, las mujeres trans serán consideradas mujeres siempre y cuando no sea para beneficiar las medidas de inclusión y al resto de las mujeres. Sí, como lo escuchan.
¿De dónde salió?
El caso se remonta a una ley de 2018 aprobada por el Parlamento Escocés que establece que debe haber una representación femenina del 50 % en las juntas directivas de los organismos públicos escoceses. Esta ley incluía a las mujeres transgénero en su definición de mujer.
La FWS había impugnado dicha ley, argumentando que su redefinición de mujer iba más allá de las competencias del Parlamento. Sin embargo, las autoridades escocesas emitieron posteriormente una nueva guía que establecía que la definición de mujer incluía a cualquier persona con un certificado de reconocimiento de género.
La FWS logró ahora revocar esta decisión y afirmó que el resultado del caso podría tener consecuencias en Escocia, Inglaterra y Gales para los derechos basados ??en el sexo, así como para las instalaciones diferenciadas por sexo, como baños, salas de hospitales y prisiones.
La impugnación fue rechazada por un tribunal en 2022, pero el año pasado el grupo obtuvo autorización para llevar su caso ante el Tribunal Supremo. FWS contó entre sus simpatizantes a la autora J.K. Rowling, quien, según se informa, donó decenas de miles de libras para respaldar su trabajo.
La escritora de Harry Potter ha defendido abiertamente que, en sus palabras, los derechos de las mujeres trans no deben ir en detrimento de las mujeres biológicamente nacidas.
Quienes se oponen, incluyendo a Amnistía Internacional, afirman que excluir a las personas transgénero de las protecciones contra la discriminación sexual va en contra de las leyes de derechos humanos.
Defensores de los anti-derechos
Aunque algunos medios distorsionan la ira dirigida contra Rowling por activistas y miembros de la comunidad trans, lo cierto es que esos sentimientos están justificados. Rowling ha dejado clara su postura contra sobre las personas trans a través de posts en redes sociales, declaraciones, donaciones a asociaciones anti trans e incluso una entrada de blog de 3600 palabras. Para 2025, su transfobia se ha vuelto tan abierta y constante que es difícil construir una cronología de todos sus comentarios. Para quienes hemos atestiguado sus posturas, esto ya se ha convertido en una parte fundamental de su identidad, al grado de opacar su enorme legado a través de los libros y películas de Harry Potter.
La postura personas como JK Rowling ha perpetuado el tipo de odio y desinformación que lleva a las mujeres trans, especialmente adolescentes y mujeres trans racializadas, a ser víctimas de agresión sexual, violencia y crímenes de odio con una frecuencia alarmante.
Cuando Donald Trump (que ha probado ser igual de transfóbico que JK Rowling) publicó en el primer día de su gobierno la orden ejecutiva titulada «Defendiendo a las Mujeres del Extremismo de la Ideología de Género y Restaurando la Verdad Biológica en el Gobierno Federal«, define «mujer» como «una persona que, en el momento de la concepción, pertenece al sexo que produce la célula reproductora grande», y «hombre» como «una persona que, en el momento de la concepción, pertenece al sexo que produce la pequeña».
Entendiendo la «asignación de género»
La realidad está lejos de ser tan simple y excluyente. La verdad es que todos los embriones comienzan siendo femeninos. Biológicamente, cada embrión comienza con gónadas indiferenciadas y estructuras fenotípicamente femeninas. El cromosoma X se desarrolla primero en los humanos durante la gestación. Si bien la determinación sexual se establece en la fecundación, la diferenciación visible de las gónadas (testículos en los varones) y el posterior desarrollo de los genitales masculinos están impulsados ??por el cromosoma Y y sus genes asociados, principalmente el gen SRY, y se desencadenan alrededor de las 6-7 semanas de gestación. Es decir que, estrictamente hablando, se podría decir que todos los hombres “cambiaron de sexo” a las 6-7 semanas de gestación.
Y esto no sucede únicamente en humanos, sino que aplica para todos los mamíferos. Sólo es más tarde, cuando hormonas como la testosterona intervienen, que se desarrollan los rasgos masculinos.
Al mismo tiempo, la definición de Trump vincula la «masculinidad» con la producción de espermatozoides. Sin embargo, ningún ser humano nace produciendo espermatozoides. Ese proceso ni siquiera se inicia hasta la pubertad. En teoría, según su propia lógica, podríamos decir que todo hombre pasa la primera parte de su vida como «no hombre».
La biología no es tan simple como las declaraciones de Trump y JK Rowling. Tomemos como ejemplo el síndrome de insensibilidad a los andrógenos, donde una persona con cromosomas XY, el supuesto marcador de «masculinidad», desarrolla rasgos físicos femeninos porque su cuerpo no responde a las hormonas masculinas.
También está el caso de los bebés que nacen con deficiencia de 5-alfa-reductasa (enzimas involucradas en el metabolismo de andrógenos y estrógenos) que parecen mujeres al nacer, pero desarrollan rasgos masculinos durante la pubertad. Al mismo tiempo, hoy sabemos que aproximadamente 1 de cada 100 bebés nace intersexual, lo que significa que su anatomía no encaja en totalmente ni con «masculino» ni con «femenino».
Es irónico que personas como JK Rowling y Donald Trump se aferren a la ciencia como un recurso para justificar su discriminación, cuando es la misma ciencia que está llena de ejemplos de cómo la asignación de género no es estática desde la concepción y, aunque lo fuera, puede haber múltiples factores que no la hagan tan simple.
Es por eso que es importante que conozcamos estas variaciones y no nos dejemos engañar por supuestas justificaciones científicas, cuando lo único que es son maneras distintas de representar la discriminación sin otra base más que el odio.
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