Emilia Pérez y la hipocresía de la Academia

Emilia Pérez y la hipocresía de la Academia

La película de Emilia Pérez ha causado polémica como pocas, incluso desde antes de su estreno oficial en muchos países (incluyendo a México). Y es que la cinta ha sido tan reconocida por las instancias cinematográficas más importantes (como Cannes, los Globos de Oro y las nominaciones de los Óscares) como ha sido enormemente criticada por una gran parte de quiénes la han visto (y los que no) en redes sociales.

 

Emilia Pérez es una película hablada en español de origen francés, escrita y dirigida por Jacques Audiard. Se describe como una comedia musical sobre crímenes y sigue la transición del capo de un cartel, Manitas del Monte, a transicionar en mujer. Está protagonizada por Zoe Saldaña, Karla Sofía Gascón y Selena Gomez, y se estrenó el 18 de mayo de 2024.

 

Después de una actuación estelar en los Globos de Oro, llevándose a casa el premio a mejor musical o comedia para sus estrellas y el guionista y director Jacques Audiard, la película de Netflix hizo algo así como una repetición de su actuación con la Academia. Emilia Pérez obtuvo un récord de 13 nominaciones, compitiendo por todo, desde mejor actriz hasta mejor película.Eso no solo la convierte en la líder de nominaciones, sino que ahora es la película extranjera más nominada a los Óscares en toda la historia.

 

Entonces, para ser un éxito tan grande en las grandes esferas del cine, ¿por qué Emilia Pérez tiene críticos que la califican de todo, desde inauténtica hasta transfóbica y racista?

 

Hablando de México, pero sin mexicanos

Primero, desde el punto de vista de la representación de México, existe una serie de factores que la sociedad mexicana ha considerado profundamente problemáticos. Primero que nada está el hecho de que la película está hecha por un director francés, que a su vez no habla inglés (ni mucho menos español) y que nunca vivió en México. 

 

Por otro lado, ninguna de las protagonistas es mexicana. “Vi muchas actrices mexicanas, conocí a actrices trans, pero simplemente no estaba funcionando”, dijo Audiard en una entrevista. 

 

Muchas personas encontraron problemas con la forma en que el director finalmente optó por actrices que no eran de México en sus papeles principales. Después de los Globos de Oro, un clip de la directora de casting Carla Hool se volvió viral diciendo que hicieron una “gran búsqueda” de actores en América Latina y México.

“Queríamos mantenerlo realmente auténtico, pero al final del día, los mejores actores que encarnaron los personajes son los que están aquí”, dijo Hool. “Tuvimos que ajustar la autenticidad… con los acentos, con que no fueran mexicanos nativos”.


Y el problema no es únicamente que no son mexicanas, sino que dos tercios de las protagonistas (Selena Gomez y Zoe Saldaña) ni siquiera son hispanohablantes nativas. Esto resultó en que, entre el español que no es muy bueno y los diálogos que no parecen que un hispanohablante los escribió (al grado de parecer acartonado, distante y hasta cómico) y la mala pronunciación, la película es ininteligible incluso para quiénes hablan español. Al grado de sentir que necesitan subtítulos cuando la ven.

 

A pesar de que la historia de la película se desarrolla en México, Emilia Pérez es una producción francesa y se filmó íntegramente en Francia. La película incluso fue seleccionada como Mejor Película Internacional del país en los premios Óscar.

 

Emilia Pérez reimaginó la Ciudad de México, Londres, Tel Aviv y Suiza en un estudio en París. Audiard dijo anteriormente que visitó México «tres o cuatro veces», pero sintió que filmar en el país donde se basa su película sería limitante. Una declaración francamente soberbia de alguien que no conoce el país del que hablará en una película.

Una representación foránea

Suena extraño entonces que un director que no es mexicano, no filmó la película en México y tampoco eligió a protagonistas mexicanas (o hispanohablantes nativas, por lo menos) quiera contar una historia que supuestamente se da en este país. A final de cuentas, si voluntariamente decide que ninguno de estos elementos sean auténticamente mexicanos, ¿qué clase de historia puede pretender contar? Pensar de esta forma es arrogante por decir lo menos.

Emilia Pérez no pretende ser una fantasía. Y lo que es peor, parece abogar por la diversidad intentando hablar por comunidades a las que no pertenece, sin molestarse si su representación es o no ofensiva para estas identidades.

 

La película representa a México de la manera más estereotípica posible con diálogos que ya se han vuelto memes en redes sociales como “me duele la pinche vulva” o «Hueles a comida picante, picante, picante; Mezcal y guacamole». Como lo puso el crítico de cine Andrés Gallegos Ramos «En esta película se está dando un nivel de racismo al nivel de Speedy González». En pleno 2024.

 

Y es que, lamentablemente, siendo mexicanos no nos es tan extraño ser erróneamente representados. Los norteamericanos llevan haciéndolo por mucho tiempo, en el entretenimiento, la política, la comida, entre otros. Pero Emilia Pérez trata un tema mucho más delicado: la lucha contra el narcotráfico. Una que ha dejado millones de muertos y desaparecidos, y que hoy en día sigue siendo la culpable de la violencia rampante que ataca al país. 

 

Y aún éste, un tema legítimamente serio (y trágico) fue caricaturizado y reducido por un grupo de personas que no tienen ningún vínculo con México y, por lo visto, no se molestaron en darse una idea de cómo ha afectado al país. Y aún así decidieron hacer una película al respecto.

 

Y el problema no es ese. Si hubiera un consenso sobre lo ofensiva que es esta película, no habría tanto problema. Sería otra película fruto de una producción de oídos sordos. Sin embargo, existe una porción importante de personas que la han elogiado: James Cameron la calificó como una «hermosa pieza cinematográfica», mientras que Guillermo del Toro le dijo a Audiard después de verla que «es tan hermoso ver una película que es cine».

 

El hecho de que tanto críticos como miembros de la industria puedan ver esta película y no sientan que algo anda mal habla de que esta representación es fiel a los mismos conceptos estereotípicos que, muy probablemente, ellos tienen también. Y esto demuestra cómo la clase alta y educada puede ser ciega al racismo. Incluso a este nivel.

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