¿El «nuevo» Victoria’s Secret Fashion Show?

¿El «nuevo» Victoria’s Secret Fashion Show?

El desfile de Victoria’s Secret volvió a la pasarela el pasado martes por la noche, después de un hiato de 6 años y una buena cantidad de polémica durante los últimos años. Tras haber sido cancelado en 2019 debido a la disminución de la audiencia, las críticas por la falta de diversidad en la pasarela y las declaraciones de un alto ejecutivo de su marca matriz, Ed Razek (sobre quien surgieron múltiples acusaciones de acoso sexual y misoginia en 2020), su regreso fue recibido con cierto escepticismo.

Muchas personas estarán de acuerdo que Victoria’s Secret y su desfile fueron de las influencias culturales más importantes de los años 2000s. Construyeron su imperio a base de la extravagancia y, principalmente, el concepto de “lo inalcanzable”. Todo acerca del Victoria’s Secret Fashion Show remitía a la aspiración y, de muchas formas, a la fantasía. Y, más allá del espectáculo, estas aspiraciones fueron el motivo de la relación traumática y distorsionada con el cuerpo femenino en una generación entera.

Quizá es por eso que el reboot del VSFS, a pesar del intento de “corregir” el pasado, puede parecer una banalización de todo; banalizar el daño que le hicieron a cientos de mujeres (incluyendo a sus modelos) al hacerlas sentir inadecuadas cuando eran ellos los que lucraban con estereotipos inalcanzables. Banalizar, también, la importante lucha y los enormes avances que se han logrado para diversificar la industria de la moda, en la que hoy podemos ver modelos con cuerpos diversos, tallas más adecuadas para la mujer promedio y una representación de mujeres reales y menos retoques en las marcas a través del body positivity. 

El pasarse súbitamente al otro bando solo por dinero como si nada hubiera pasado deja ver cómo quizá no le han dado mucho valor a nada: ni al daño que hicieron ni a lo difícil que ha sido intentar revertirlo.

A pesar de que el intento quizá sea valioso, es posible que la influencia de la marca haya sido tan negativa que el hecho de que quieran apropiarse de un movimiento que se construyó para combatir la toxicidad que ellos mismos impusieron parece una ironía demasiado grande. 

¿Cómo fue?

Las modelos más emblemáticas de la marca estuvieron presentes: Gigi y Bella Hadid, Paloma Elsesser, Doutzen Kroes, Behati Prinsloo, Candice Swanepoel, Alessandra Ambrosio, Joan Smalls, Irina Shayk, Ashley Graham, Kate Moss y su hija, Lila. También pudimos ver a Eva Herzigova y Carla Bruni, la ex primera dama de Francia de 56 años, desfilando por la pasarela con un body de encaje. Para cerrar el show vimos desfilar a Tyra Banks con leggings, una faja plateada y una capa. Incluso Adriana Lima, probablemente la más icónica modelo de la marca en su historia, también estuvo presente. 

El desfile también contó con el entretenimiento musical de artistas como Lisa (quien también es miembro del grupo Blackpink), la cantante sudafricana Tyla y la actuación de Cher en el cierre del evento. 

Desde la alfombra rosa el evento dejaba ver claras intenciones (si bien quizá podrían parecer un poco forzadas para aquellas que crecieron con la marca) de accesibilidad.  Sarah Sylvester, vicepresidenta de marketing, y Janie Schaffer, responsable de diseño fueron entrevistadas y dijeron que toda la ropa, desde lo que traían puesto las anfitrionas de la alfombra (la ex Miss Universo Olivia Culpo y la influencer Tefi Pessoa) hasta lo que usarían las modelos en la pasarela estaría inmediatamente disponible para compra en Amazon y en la página de la marca.

Las ejecutivas también declararon que el desfile era “una celebración de la ropa y de las mujeres”.  Aseguraron que “todas son bienvenidas” y que el casting se había hecho basándose en la autoconfianza y actitud de las modelos.

Las diferencias (y otras no tanto)

Como apuntamos previamente, el show dejó ver una intención de accesibilidad e inclusión. Parte de ello quizá fue también porque el presupuesto que tenían parecía ser menor a los años anteriores, con menos producción tanto en el espacio como en la producción de la vestimenta de las modelos.

Victoria’s Secret intentó diseñar su desfile de moda de 2024 como su gran comeback. Hubo modelos plus size como Ashley Graham. Paloma Elsesser y Devyn García también brillaron, junto con modelos trans como Alex Consani y Valentina Sampaio . El quince por ciento de las modelos tenían más de 40 años, incluidas Carla Bruni, de 56 años, y Eva Herzigova, de 50. Modelos como Imaan Hammam y Blésnya Minher lucieron su textura de cabello natural; las pecas y las cicatrices se mantuvieron al descubierto. Sin embargo, las modelos plus size eran la excepción en un mar de cuerpos sumamente delgados. Al punto de llegar a parecer que estaban ahí para probar un punto.

Este hecho quizá cobra más importancia cuando recordamos que el ex director de marketing de la compañía, Ed Razek, dijo en una entrevista con Vogue que no creía que las modelos transgénero tuvieran un lugar en los desfiles de la marca y afirmó que no había ningún interés en incluir a modelos de tallas grandes. 

A estas alturas, sin importar cómo se presente o quién esté detrás de la cortina, el desfile de Victoria’s Secret es una reliquia de otra época. Un recuerdo con innegable influencia pero que quizá ya no pertenece a la época actual debido a los profundos cambios que se han vivido en los años que coincidieron con su ausencia. Y aunque es verdad que la nostalgia está de moda, quizá el daño que Victoria’s Secret hizo a las mujeres por tantos años, reduciéndolas a su versión más insignificante, fue demasiado como para ahora querer ser parte del empoderamiento femenino.

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