El magnate del hip-hop Sean Combs fue acusado el martes de tráfico sexual, asociación ilícita para cometer crimen organizado y transporte para ejercer la prostitución en un tribunal federal de Manhattan, un día después de ser arrestado.
La acusación penal federal de 14 páginas contra Sean Combs, el magnate de la música conocido como Diddy y Puff Daddy, lo acusa de participar en muchos delitos, incluidos incendio provocado, soborno, secuestro y obstrucción de la justicia. Pero el núcleo del caso es la premisa de que el aparato criminal que dirigía como presunto mafioso era responsable de coordinar estos encuentros ilícitos y luego encubrir cualquier daño a las habitaciones de hotel o a las personas cuando terminaban.
El aparato criminal de Diddy
De acuerdo a lo que hoy sabemos, Diddy era el líder de un enorme aparato de tráfico sexual que incluía violación, trabajo forzado, acoso sexual y abuso de sustancias. Por lo que se sabe hasta ahora por parte de declaraciones de testigos y de quiénes están trabajando en el caso, Diddy llegaba a drogar a mujeres para que fueran violadas mientras él observaba o contratar a prostitutos para que tuvieran relaciones de manera continua (muchas veces llegando a la deshidratación o la bradicardia) mientras él observaba también. Este caso ha tomado al público por sorpresa pues, debido a la magnitud y longevidad de este aparato criminal y el alto perfil de Diddy, se puede asumir que hubo decenas de cómplices en estas actividades. Uno de los aspectos más impresionantes es que, debido a los registros fotográficos y audiovisuales desde la década de los 2000s, hoy sabemos de varias figuras públicas que tenían lazos estrechos con Diddy y que decían abiertamente que asistían a sus fiestas (sin detallar lo que sucedía). Entre ellos se encuentran Kanye West, Jay Z, Ashton Kutcher, Usher, las Kardashian, el productor LA Reid, entre otros.

Combs construyó una carrera como productor y artista musical de alto perfil, y durante décadas ha sido elogiado como una de las figuras más prominentes del ascenso comercial del hip-hop. Sin embargo, su legado se ha entrelazado con acusaciones de violencia sexual. Una serie de demandas civiles que se presentaron el año pasado en las que se lo acusaba de agresión sexual y otras acusaciones de conducta sexual inapropiada salieron a la luz pública, y su imperio empresarial comenzó a desmoronarse cuando se convirtió en objeto de una investigación federal. En marzo, agentes federales allanaron dos de sus casas en Los Ángeles y Miami Beach.

Los fiscales dijeron en una acusación formal que Combs ha sido el cerebro de una organización criminal en expansión desde al menos 2008 que incluía a sus empleados y se dedicaba a secuestros, trabajos forzados, incendios provocados y sobornos.
Según el gobierno, Combs utilizó la fuerza, amenazas y coerción para manipular a las mujeres para que participaran en lo que él llamaba freak offs: “actuaciones altamente orquestadas de actividad sexual” en hoteles y otros lugares que se alimentaban con drogas y podían durar días. En estos eventos, dice el gobierno, a las mujeres se les suministraban drogas para mantenerlas “obedientes” y se las obligaba a participar en relaciones sexuales con prostitutos masculinos, algunos de los cuales eran transportados a través de las fronteras estatales.
Los fiscales dijeron que Diddy observaba estos eventos, a veces mientras se masturbaba y grababa videos. Según el gobierno, Combs usaba esas grabaciones como garantía para mantener una cultura de silencio y obediencia. Esencialmente, como chantaje
También dijeron que las mujeres sentían que no podían negarse a sus exigencias sin sufrir abuso físico o emocional, o sin temer que su seguridad financiera o laboral se pusiera en riesgo. Los fiscales alegaron que Diddy mantenía el control sobre las mujeres rastreando su ubicación, dictando su apariencia, monitoreando su información médica y proporcionándoles drogas.
Se acusó a Combs de un cargo de conspiración para cometer crimen organizado, que conlleva una pena máxima de cadena perpetua; un cargo de tráfico sexual por la fuerza, fraude o coerción, que conlleva una pena mínima obligatoria de 15 años de prisión; y un cargo de transporte con fines de prostitución, que conlleva una pena máxima de 10 años de prisión.
Involucrando a Hollywood
Es probable que el caso de Diddy termine siendo la gota que derrama el vaso en la cultura de Hollywood que alguna vez conocimos. Si de por sí varios eventos recientes han terminado por hacer que ciertas personas sean canceladas o su reputación deteriore severamente debido a comentarios o acciones (por ejemplo Blake Lively en sus declaraciones sobre violencia doméstica o Dennis Quaid apoyando abiertamente a Donald Trump), este enorme caso criminal será quizá lo que determine el futuro de muchos artistas.
La realidad es que este caso es nuevamente el testimonio de un hombre que gracias a su poder, dinero, influencia y contactos creyó que era invencible. Este caso no hubiera sido posible sin la extrema complicidad de todos los involucrados, los acuerdos de confidencialidad y el extremo miedo que todos le tenían a estar en el lado equivocado de Diddy.
Este caso es un ejemplo de las barbaridades que suceden cuando las personas se sienten invencibles o, más bien, cuando les damos suficiente poder para que se sientan así. Diddy es sin duda alguna el instigador de este horrible caso, pero hay decenas de otros que son igual de culpables por haber participado.
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