Hace algunos días la revista Newsweek publicó un artículo de opinión en el que el que el autor elabora sobre cómo Taylor Swift no es un buen modelo a seguir para las millones de niñas y adolescentes, debido a que no está casada y no tiene hijos.
El editorial, superficial en el mejor de los casos, toca lugares comunes como el historial romántico de Taylor a lo largo de los años (que ha sido el foco de críticas literalmente desde su comienzo aproximadamente en el año 2009) y cómo este la muestra como una mujer errática e inestable.
Habla también sobre cómo la cantante romantiza las rupturas y las hace ver como algo fácil, aunque la mayor parte de las veces no lo es. Y cómo, a pesar de ser una mujer incomparablemente exitosa y renombrada, no debería de ser un modelo a seguir para las niñas.
La realidad es que, a pesar de la naturaleza de la “crítica” sumamente banal hacia Taylor (sin investigación, llena de lugares comunes, ejemplos demasiado populares, etc). Esencialmente es una pieza sin valor periodístico, y es curioso pensar cómo un editorial que puede resultar tan incendiario en esta época se publica así, sin más.
Las críticas que le han seguido, de esperarse, han mostrado a un público ofendido y en profundo desacuerdo con lo que el autor dijo. Lo cual nos podría hacer pensar: ¿será que este editorial se publicó con la intención de ser una pieza periodística relevante a la actualidad o más bien fue un esfuerzo para estar en boca de todos (aún por razones negativas) y así aumentar su popularidad?
Es difícil tener certeza, pues no es fuera de lo común que críticas de este tipo se ofrezcan de manera no irónica por parte de personas que suelen tener de poco a nada que ver con el asunto, en este caso, un hombre blanco de mediana edad que comenta sobre cómo debería de ser el modelo a seguir para niñas pequeñas.
Ya hemos atestiguado varias situaciones similares en las que probablemente dijimos: ¿qué les estaba pasando por la cabeza? ¿cómo fue que creyeron que esto iba a funcionar? Y aún así el autor(a) no pareció ver venir el caos. ¿Será que esto fue una coincidencia? Hay muchas veces que no lo es.
Glamour on Newsweek’s misogynist article about Taylor Swift:
«Why is Leonardo DiCaprio not attacked for being a bad role model? A global superstar who is unmarried, childless and on holiday with his latest girlfriend which he has had about a gazillion of in the past decade» pic.twitter.com/LS3Y7lsEXU
— Taylor Swift Data (@spotify_swift) July 3, 2024
La era digital y el rage bait
A este fenómeno se le llama rage bait, y se refiere a odiar intencionalmente a algo o a alguien para generar ingresos por publicidad o para aumentar sus reproducciones y, a la vez, su popularidad.
Esta práctica es sumamente popular en las redes sociales, al grado de que existen influencers que se dedican únicamente a ello. Esto se debe a que la rabia es uno de los principales motores que provoca que un usuario quiera compartir, comentar o reaccionar a alguna publicación.
El enojo suele ser una emoción mucho más reactiva que la alegría o la empatía con algún contenido, por lo que es sumamente efectivo en términos de hace crecer el alcance de una publicación.
¿Cuántos clips de podcasts no se han hecho virales en TikTok por algún comentario desagradable de parte de uno de sus participantes? ¿Y cuántas veces no hemos terminado conociendo el podcast únicamente por ese clip? Esto es una muestra del fenómeno del rage bait.
La participación del espectador con solo un TikTok que provoca ira puede llevar su algoritmo hacia una destrucción que provoca aún más la ira. Hacer esto puede llevar al usuario por un camino peligroso y poco saludable en las redes sociales. Los algoritmos, tanto de Instagram como de TikTok, están hechos para radicalizar al usuario mucho más rápido de lo que parece.
El rage bait puede ser cualquier cosa: imágenes de grupos de personas, vídeos de protestas, artículos de noticias con titulares provocativos, anuncios ofensivos; cualquier cosa que enoje a un usuario de las redes sociales. No es necesario que el contenido sea honesto, verdadero o preciso; simplemente es lo suficientemente frustrante o polarizante como para que algunas personas que leen o miran se molesten y esto los lleve a interactuar.
Es por esto que con una publicación como el artículo antes mencionado sobre Taylor Swift, es fácil cuestionarnos: ¿será que realmente a nadie (llámese editores, colegas, patrocinadores, etc) se le ocurrió que este artículo podría generar reacciones muy negativas en las redes sociales? ¿especialmente en una época en el que las críticas abiertas a Taylor Swift y los comentarios tradicionalmente machistas ya han tenido respuestas muy negativas?
Estos cuestionamientos toman aún más potencia considerando que la revista Newsweek ya no es tan relevante como lo fue en algún momento. Por lo que el pensar que están intentando tomar tracción a partir de los usuarios ultra conservadores que están de acuerdo con contenido como este junto con aquellos que lo rechazan completamente, no es una idea del todo descabellada.
Combatiéndolo
Hay varias formas de no caer en este tipo de contenido en las redes sociales. La principal forma de combatir el rage bait es no interactuar con él de ninguna manera, ya será exactamente esto lo que le indique al algoritmo que este contenido nos hará reaccionar con más certeza.
El rage bait prospera en nuestras interacciones, y entre más nos enojemos por algo, las redes sociales nos enviarán contenido similar para enojarnos aún más. La mejor manera de lidiar con el rage bait es dejar de comentar, no publicar o compartir y evitar responder. Si es esto lo que termina haciendo que el contenido peligroso se esparza con mayor facilidad, podría ser el momento de dejar de participar.
Es por eso que debemos mantenernos alerta en relación al contenido que consumimos y compartimos en redes sociales, pues a pesar de que no estemos en absoluto de acuerdo con lo que dicen, podemos terminar siendo una parte importante de la razón por la que termina llegando a tantas personas.
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