El peligro de las terapias de conversión

El peligro de las terapias de conversión

La terapia de «conversión» es una práctica peligrosa dirigida a los jóvenes LGBTQ y busca cambiar sus identidades sexuales o de género. A pesar de su carácter cruel y anticuado (en el marco de lo que hoy conocemos sobre la construcción de las identidades de género) estas prácticas siguen vigentes al día de hoy.

¿En qué consisten las terapias de conversión?

Esta práctica es una variedad de prácticas peligrosas y desacreditadas que afirman falsamente cambiar la orientación sexual o la identidad o expresión de género de una persona. Estas prácticas han sido rechazadas por todas las principales organizaciones médicas y de salud mental durante décadas, pero debido a la continua discriminación y prejuicio social contra las personas LGBTQ+, algunas organizaciones continúan realizando terapias de conversión. Los menores son especialmente vulnerables y la terapia de conversión puede provocar depresión, ansiedad, consumo de drogas, falta de vivienda y suicidio.

En la práctica, significa intentar impedir o reprimir que alguien sea gay o se identifique como de un género diferente al registrado al nacer. Puede incluir terapias de conversación y oración, pero formas más extremas pueden incluir exorcismo, violencia física y privación de alimentos. Una de las prácticas que implementa es el intentar “suprimir” la homosexualidad a través de la asociación del término con estímulos negativos que pueden ser físicos o mentales.

Se cree que más de 700,000 personas en Estados Unidos han pasado por programas de terapia de conversión de afiliación religiosa desde que el movimiento para promover la terapia de conversión tomó fuerza en la corriente cultural dominante en los años 1960 y 1970 en los Estados Unidos. Y esa cifra está muy por debajo del verdadero impacto del movimiento.

Las terapias de conversión y la religión

Algunos grupos religiosos de derecha promueven el concepto de que un individuo puede cambiar su orientación sexual o identidad de género, ya sea mediante la oración u otros esfuerzos religiosos, o mediante la terapia de conversión. La investigación sobre tales esfuerzos ha refutado su eficacia y también ha indicado que son afirmativamente dañinos.

La terapia de conversión ha sido ampliamente impulsada por grupos religiosos debido a que las doctrinas rechazan la homosexualidad y las identidades trans. En la mayoría de los casos el rechazo es tan grande que ser LGBT+ va activamente en contra de la identidad religiosa en cuestión, de manera que no se puede ser parte de la comunidad LGBT+ y de la comunidad religiosa al mismo tiempo.

Las comunidades religiosas han tenido un peso muy considerable en promover estas prácticas y no solo eso, sino el crear conflicto con la existencia de las identidades LGBT+ en general. Esto se debe a que las personas de la comunidad LGBT+ muchas veces desean seguir perteneciendo a sus comunidades religiosas, que suelen estar conformadas por su familia y amigos. De manera que ser rechazados por los valores religiosos significa un rechazo de su círculo más íntimo y cercano. Pocas cosas detonan una crisis tan profunda en un ser humano que ser rechazado por la comunidad a la que pertenece, pues las bases de su identidad y aceptación se encuentran edificados en estas personas también.
Por lo tanto muchas veces en función de evitar esta crisis las personas intentan disuadirse a sí mismos de sus propios pensamientos, o intentar convencerse de que efectivamente pueden cambiarlos si tan solo se esfuerzan suficiente. Lo cual es una fuente de un profundo autodesprecio que deja huella permanentemente.

Más allá de los estudios centrados únicamente en la terapia de conversión, investigaciones más amplias demuestran claramente el daño significativo que el prejuicio social y el rechazo familiar tienen en las personas LGBTQ+, particularmente en los jóvenes. Con base en este conjunto de evidencia, todas las principales organizaciones médicas y de salud mental de los Estados Unidos han emitido una declaración condenando el uso de la terapia de conversión.

No es una elección

La falsa premisa en la que se basan las terapias de conversión (al igual que la homofobia) es el hecho de que ser LGBTQ+ es dos cosas: la primera, una elección, y la segunda, es antinatural. Ambas son falsas y son la raíz de un sinfín de prácticas discriminatorias sumamente crueles, de las cuales esta es una de las más inhumanas.

Los activistas anti-LGBTQ+ han afirmado falsamente durante años que la orientación sexual o la identidad de género de una persona es una opción y se puede cambiar, pero únicamente para las personas queer. Es decir, si una persona es heterosexual esto no es una opción y es inalienable por naturaleza.

También suelen afirmar falsamente que las identidades LGBTQ no son reales, sino más bien una expresión de una enfermedad mental o un trastorno emocional que puede «curarse» mediante intervención psicológica o religiosa. Los activistas anti-LGBTQ+ afirman que sentirse atraído por personas del mismo sexo o ser transgénero son condiciones curables y, por lo tanto, las personas atraídas por el mismo sexo o son transgénero no necesitan ni merecen un trato igual ante la ley ni protección contra la discriminación.

El documental de Netflix Pray Away: la cruz dentro del clóset narra un brillante testimonio de personas LGBTQ+ que se dedicaron durante años a fungir activamente como líderes de lo que se llamó el “ex gay movement”, es decir, personas LGBTQ+ que afirmaron cómo las terapias los hicieron “dejar” de ser LGBT. También ofrece una mirada cruda pero sumamente real del profundo daño psicológico que puede generar este tipo de prácticas, y cómo a pesar de los avances para la comunidad LGBT+, las terapias de conversión siguen ganando terreno.

Lo más importante a saber a partir de esta información es que el ser queer no es un defecto y por lo tanto no hay nada qué curar (ni que “convertir”) por lo que en insistir en prácticas despiadadas de este tipo solo terminará por hacernos seguir retrocediendo como sociedad y generando profundos traumas a personas que no están haciendo nada malo.

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