Cómo el cuidado ha sostenido la economía

Cómo el cuidado ha sostenido la economía

A lo largo de la historia hemos estudiado el sistema económico sin darnos cuenta que hemos relegado una parte esencial de su funcionamiento (y el del mundo en sí) : a esto le llamamos economía del cuidado.

 

¿Qué es la economía del cuidado?

Se refiere al sector de la economía que es responsable de la prestación de cuidados y servicios que contribuyen a la crianza y reproducción de las poblaciones actuales y futuras. Específicamente, involucra cuidado de niños, cuidado de ancianos, educación, atención médica y servicios personales, sociales y domésticos que se brindan tanto de forma remunerada como no remunerada y en los sectores formal e informal.

 

La economía del cuidado (también conocida como la economía púrpura) es un componente crucial del Estado de bienestar. Abarca actividades destinadas a mejorar el bienestar físico, social, mental y emocional de los grupos dependientes de cuidados, como niños, ancianos, enfermos, personas discapacitadas, adolescentes y otros. La economía púrpura desempeña un papel central a la hora de garantizar la funcionalidad general y el bienestar de la sociedad en su conjunto.

 

Y no solo esto, sino que el mero hecho de que una economía del cuidado exista quiere decir que es la responsable por crear las condiciones para que todo el resto de la actividad económica exista. Esto se debe a que si pensamos en los trabajos tradicionales, todos ellos dependen de personas que deben tener todos los servicios domésticos garantizados para poder ejecutar su trabajo con éxito.

 

La economía del cuidado está directamente relacionada con el feminismo y los derechos de las mujeres. Las mujeres representan el 46% de la fuerza laboral mundial y realizan 2/3 de las actividades de cuidado remuneradas. Además, representan la mayoría absoluta de quienes trabajan en el ámbito de la salud (89%) y el cuidado de niños (94%).

 

Visibilizando la economía del cuidado

En su libro Who cooked Adam Smith’s Dinner?, la autora Katrine Marçal presenta un brillante testimonio en el que analiza al llamado homo economicus o hombre económico. Menciona que ha sido a partir de este concepto que hemos comprendido el capitalismo moderno, centrándonos en el interés propio y excluyendo las demás motivaciones. 

 

Katrine menciona que este punto de vista ignora el trabajo no remunerado de ser madre, cuidar, limpiar y cocinar. Menciona que, dentro de la lógica del capitalismo, si a las mujeres se les paga menos, es porque su trabajo vale menos. Uno de sus puntos más importantes es hacer notar cómo la historia y lógica tradicional de la economía ha estado prácticamente ausente de la percepción de las mujeres en ella y nos ha contado una historia sobre cómo funciona el mundo que excluye (y no valora) la labor esencial del cuidado y el trabajo doméstico.

 

Una de las partes más duras de visibilizar este trabajo invaluable es recordar el hecho de que tradicionalmente si una mujer es ama de casa se le suele ver como “desempleada” o, lo que es peor, creer que sus responsabilidades son más sencillas que aquellas de un trabajo tradicional. Creer que porque pasa la mayor parte de su tiempo en casa entonces esto quiere decir que tiene más tiempo libre o padece de menos estrés.

El tomar por sentado el trabajo doméstico y del cuidado ha sido sin duda uno de los errores más grandes de la lógica del sistema patriarcal en la que el capitalismo está construido.

 

Según datos de la ONU, en el mundo, el 75% del trabajo no remunerado lo realizan mujeres. Las mujeres que viven en zonas rurales de países de bajos ingresos dedican 14 horas al día a trabajos de cuidados no remunerados. Además, el 42% de las mujeres en todo el mundo no pueden trabajar porque son responsables de actividades relacionadas con el cuidado, lo que genera una brecha significativa en comparación con los hombres, con solo el 6%. 

 

Las mujeres en la economía del cuidado son una fuerza esencial que literalmente sostiene y permite la existencia de las demás actividades económicas, y sin embargo no se les paga por ello. En la lógica transaccional del capitalismo, si una actividad no es remunerada quiere decir que no tiene suficiente valor para ser pagada. Al mismo tiempo, es difícil (y en algunos casos hasta ilegal) pensar en realizar una actividad valiosa sin ningún pago. 

 

Y si la manera en la que el sistema está construído nos ha permitido tomar por sentado y no valorar actividades que literalmente permiten la vida humana entonces hay algo seriamente mal con el sistema.

 

Imponer la carga del trabajo no remunerado principalmente a las mujeres crea barreras artificiales para su autorrealización, avance profesional e incluso su capacidad para dedicar tiempo al placer personal y al ocio, todo ello en igualdad de condiciones con los hombres. Al mismo tiempo nos hace pensar que el trabajo doméstico es únicamente responsabilidad de las mujeres, independientemente de si tienen un trabajo adicional o no.

Es por eso que es importante comenzar a reconocer la economía del cuidado como un pilar de la vida social y económica y reconocer que es responsabilidad de todos quienes se benefician de ella, es decir, hombres y mujeres por igual.

 

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