El activismo textil como protesta femenina

El activismo textil como protesta femenina

Las problemáticas climáticas y sociales parecen hacerse cada vez más duras y reclaman más participación social para resolver las situaciones que presentan. 

Sin embargo, existen más maneras de protestar de las que a veces vemos en las redes sociales o en la televisión, como hacer alguna iniciativa en redes sociales o asistir a alguna marcha o protesta.

¿Qué es el craftivism?

El craftivism o activismo textil es una de las iniciativas más fuertes en este ámbito. Se trata de un modo de protesta alternativo que se centra en una manera más reflexiva e interna de hacer conciencia de las crisis. Esta se da a través del bordado o el tejido; los objetos que se producen tienen como propósito invitar también a la reflexión, que puede ser alrededor de una variedad de temas de justicia social como: igualdad de género, violencia, temas ambientales, etc.

Esta práctica se ha dado en diferentes lugares del mundo desde hace varias décadas, y se distingue por ser más popular entre las mujeres debido a la tradición que existe del manejo del bordado entre el género femenino.

Esta es una forma de protesta que se centra más en la reflexión, en compartir ideas, y en la protesta que es no confrontativa (o menos confrontativa que las protestas tradicionales).

¿De dónde viene?

A pesar de que el término “craftivism” data de 2003, la protesta social a través del bordado data de varias décadas atrás, principalmente de los pueblos de regiones con historiales de opresión como África y América Latina

Uno de los proyectos más destacados en décadas anteriores ha sido el AIDS Memorial Quilt o colcha conmemorativa del SIDA. Esta colcha consta de 48,000 paneles y 94.000 nombres de personas que murieron a causa de la enfermedad autoinmune. Este es el proyecto de arte comunitario más grande del mundo.

La idea de la colcha conmemorativa se le ocurrió a Cleve Jones, un activista por los derechos de los homosexuales, en 1985, después de la vigilia anual con velas en conmemoración del alcalde de San Francisco, George Moscone, y del primer supervisor abiertamente gay de la ciudad, Harvey Milk, quienes habían sido asesinados. 

Los manifestantes escribieron los nombres de las personas que murieron de SIDA en carteles que pegaron en el antiguo edificio federal de la ciudad. A raíz de eso Cleve Jones pensó que las piezas de cartón parecían una colcha de retazos. 

En 1987, Jones y varios otros fundaron el NAMES Project para recolectar paneles conmemorativos de todo el país para el AIDS Memorial Quilt. En octubre de 1987 exhibieron la colcha, que constaba de 1.920 paneles, en el National Mall de Washington, D.C., durante la Marcha Nacional en Washington por los derechos de lesbianas y gays.

 

 

Hoy en día también sabemos que junto con organizaciones eclesiásticas y sociedades de ayuda, a principios del siglo XIX muchas mujeres  participaron activamente en el creciente movimiento abolicionista.

La organización de grandes ferias para recaudar fondos era una forma popular en que las mujeres apoyaban la causa contra la esclavitud. Fue en una de esas ferias de Massachusetts en 1836 que los organizadores vendieron una colcha llamada Abolition, la colcha de recaudación de fondos más antigua de la que se tiene conocimiento. La colcha de cuna con forma de estrella de ocho puntas, a veces atribuida a la autora y activista Lydia Maria Child, incluía un poema de la poeta Elizabeth Margaret Chandler en su bloque central que incluía un recordatorio para pensar en las madres esclavas. 

A pesar de que este ha sido uno de los proyectos más destacados de esta corriente a lo largo de la historia, es difícil saber exactamente a qué momento de la historia se remonta (y a cargo de quién o quiénes estuvo) porque no existe mucha documentación de ello. 

Hasta ahora sabemos que el arte por la justicia social es un campo que ha sido liderado por comunidades indígenas y personas de color a lo largo de la historia. En Estados Unidos, las colchas-cuentos de la artista Faith Ringgold (nacida en Harlem, barrio negro popular de Nueva York) han sido celebradas internacionalmente. En Sudáfrica, el colectivo de artistas Keiskamma Art Project ha bordado un tapiz monumental que habla de las experiencias locales de cambio climático, VIH/SIDA e igualdad racial y de género.

Craftivism en Latinoamérica

Hoy en día existen colectivos en América Latina que utilizan este modo de artesanía como modo de protesta ante las injusticias y la violencia. En México existe Bordando por la paz, una serie de colectivos y organizaciones civiles para protestar contra la violencia, los asesinatos y la desaparición de personas. Parte de sus acciones consisten en bordar en pañuelos blancos los nombres de las víctimas de la violencia en México.

Este colectivo data del año 2011, en la Ciudad de México, como parte de Fuentes Rojas y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad de Javier Sicilia.

 

 

Por otro lado, en Colombia encontramos el colectivo Memoria Textil, una plataforma que nació con el propósito de agrupar y difundir el arte textil buscando plasmar, cuestionar o hacer memoria sobre el acontecer colombiano. Según sus fundadoras, la gran apuesta de este colectivo es utilizar los oficios textiles y volverlos contrahegemónicos. Se centran principalmente en el bordado porque justamente se ha acostumbrado más por las mujeres (y a su vez son quiénes los dominan más), mientras el tejido es popular entre hombres también.

 

De manera que el activismo textil es una manera más de plasmar el descontento social en el arte, pero es especial porque está íntimamente vinculado con prácticas mayormente dominadas por mujeres. Es una manera de usar el vehículo de dominación y usar los mismos mecanismos que el patriarcado ha utilizado para recluir a las mujeres en la casa, pero esta vez para protestar contra la hegemonía, la violencia y la injusticia.

 

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