Los estudios parecen seguir indicando lo mismo: que las mujeres viven más y mejor estando solteras. Tradicionalmente a las mujeres se nos ha inculcado la búsqueda del amor prácticamente como un propósito de vida; que el casarse y convertirse en una esposa es lo mejor que nos puede pasar, y por lo tanto vale dedicar la mejor parte de nuestro tiempo y energía a este propósito.
Sin embargo, el tiempo y la experiencia nos ha enseñado que el amor y principalmente el matrimonio no son lo que parecen y en muchas ocasiones pueden resultar en una vida de constante labor (doméstico, económico y emocional) que no suele verse reciprocado por las respectivas parejas.
¿La soltería es la mejor opción?
Hoy en día hay suficiente investigación para saber que las mujeres solteras y sin hijos son el subgrupo más feliz de la población. Y tienen más probabilidades de vivir más que las mujeres casadas y con hijos, según los estudios elaborados por Paul Dolan, investigador en psicología conductual de la London School of Economics.
Esto se debe a que un número significativo de mujeres al casarse empiezan a cargar con una cantidad considerable de labor emocional (que a su vez sus parejas no hacen) y aunado a esto el sacrificio de tiempo, objetivos y felicidad que esto implica.
Sin embargo, los datos para los hombres son considerablemente distintos: los estudios indican que al casarse, las vidas de los hombres mejoran considerablemente. Esto se debe a que la mayoría de sus necesidades domésticas, de cuidados y afectivas estaban cubiertas (por las mujeres, respectivamente). Por lo que el intercambio rara vez suele ser recíproco en un matrimonio, según indican los estudios.
Por lo general, los hombres participan menos en las tareas del hogar, la crianza de los hijos y el trabajo emocional que implica dirigir una familia. A menudo, priorizan su trabajo, ocio y felicidad sobre los de las mujeres. Esto resulta en una inminente sensación de soledad de las mujeres dentro de sus matrimonios, lo cual resulta en la búsqueda de apoyo y empatía en amigos y familiares. De manera que, en el caso de las mujeres, su sistema de apoyo más importante ni siquiera está dentro de su matrimonio.
Una balanza desigual
Uno de los hallazgos más sorprendentes son todos los potenciales aspectos que pueden empeorar la vida de una mujer cuando decide estar en una relación. La psicoterapeuta Tonya Lester determina que, en el caso de las mujeres, sus vidas pueden empeorar en el aspecto económico, físico, psicológico y emocional.
Esto se debe también al hecho de que, por lo general, los hombres consideran que su trabajo está cubierto una vez que contribuyen económicamente en la relación. En el caso de las mujeres, esta es únicamente una de las múltiples contribuciones que se espera que hagan.
Estos son datos que se refieren a las relaciones con hombres heterosexuales en general. Y una de las conclusiones más importantes es que, en esencia, para que una relación valga la pena en la vida de una mujer, el hecho de que el hombre contribuya económicamente o arque con los gastos no es suficiente para contrabalancear todas las “pérdidas” que la mujer puede experimentar al estar en una relación heterosexual.
Los estudios indican que para que una relación “valga la pena” para una mujer debe contrabalancear las pérdidas (y así llegar al estado inicial en el que estaba cuando estaba soltera), y además traer múltiples aspectos positivos y de ganancia a la vida de la mujer. Estos podrían ser: apoyo económico, apoyo emocional, entretenimiento, amor, cuidados, apoyo en labores domésticas, división de responsabilidades, entre otros.
De manera que si una relación no implica todas estas ganancias (y a su vez no representa las antes mencionadas pérdidas) no existe una ventaja o ganancia real para una mujer al estar en una relación heterosexual promedio.
Es decir, se puede asumir que la relación promedio es sinónimo de pérdida para una mujer. Y en la mera contribución económica el saldo sigue sin ser ventajoso para ella a comparación de cuando era soltera.
Si esto fuera una posibilidad de inversión, la probabilidad es que no sería muy popular debido a su baja posibilidad de rendimiento y de ver dividendos.
¿Qué nos dice esto?
La realidad indica que las mujeres solteras son más felices pues no tienen que estar constantemente jugando el papel de cuidadora (emocional y doméstica) para otra(s) personas. No significa que no quieran una conexión emocional significativa y el poder compartir eventos importantes con un compañero valioso. Sin embargo, los datos indican que esto no es normalmente lo que sucede.
Las mujeres están comenzando a darse cuenta que al escoger una pareja ya no son los medios económicos o preparación profesional lo que cuenta más (como quizá se priorizaba tradicionalmente) sino la vida interior y valores personales del potencial prospecto. Y es la misma razón por la que en los últimos años ha habido una crisis de soledad entre los hombres adultos, según el Pew Research Center.
Y quizá uno de los más valiosos resultados que esta observación nos deja es que los hombres deben trabajar en los aspectos morales y emocionales de su persona si desean convertirse en un prospecto competitivo.
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