Silvane Ferraz: el cuidado como política pública

Desde adolescente, Silvane Ferraz trabajó junto a sus padres en el negocio familiar. Más tarde se graduó en Derecho y Administración, se casó, tuvo dos hijos y durante años permaneció tras bastidores en los negocios familiares y en la clínica de su esposo. Fue allí donde notó que la lógica que confina a tantas mujeres al cuidado sin reconocimiento también se repetía en su entorno. “Siempre fui de acción, pero estar detrás de escena empezó a incomodarme. Entendí que solo con mujeres ocupando espacios de poder podríamos avanzar en políticas públicas para nosotras”.

En 2023, Silvane se convirtió en la concejala más votada de Belém y poco después fue nombrada la primera secretaria municipal de la Mujer. Desde ese cargo, asumió un compromiso claro: transformar el cuidado, históricamente invisible, en un eje central de gobierno. “Cuidar a quienes cuidan es una responsabilidad pública”, afirma.

Su gestión lidera el Comité Municipal de Políticas de Cuidado, resultado del proyecto Ver-o-Cuidado, desarrollado junto a ONU Mujeres. Esta iniciativa convirtió a Belém en la primera ciudad de Brasil en implementar un sistema municipal de cuidados, reconociendo esta actividad como pilar de la economía y la vida social.

El Comité reúne a representantes del gobierno y de la sociedad civil para construir una agenda común que valore a quienes cuidan. Es un espacio de escucha y formulación donde cuidadoras, trabajadoras domésticas, profesionales de la salud y lideresas comunitarias comparten experiencias y diseñan políticas públicas estructurales. Para Silvane, este avance representa un cambio de paradigma: “Belém aún tiene mucho por avanzar. Vivimos en una sociedad muy machista y eso solo cambiará con políticas públicas dirigidas a las mujeres”.

Cuidar como acto político y ambiental

En 2023, la ONU instituyó el Día Internacional del Cuidado y el Apoyo, celebrado el 29 de octubre, para reconocer la importancia de este trabajo en la sostenibilidad de la vida y las economías. En Belém, el diagnóstico del proyecto Ver-o-Cuidado reveló que las mujeres dedican en promedio 11,7 horas diarias a actividades de cuidado, remuneradas y no remuneradas. Esta sobrecarga evidencia la urgencia de políticas que reconozcan y redistribuyan este trabajo.

Ana Carolina Querino, representante interina de ONU Mujeres Brasil, subraya que “transformar los modelos económicos y los sistemas de cuidado es condición previa para alcanzar la igualdad de género y los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. Ver-o-Cuidado dialoga con compromisos globales e inspira políticas integradas en todo el país.

Con la COP30 próxima a celebrarse en Belém, Silvane ve una oportunidad histórica para colocar a las mujeres amazónicas en el centro de la agenda climática. “No hay justicia climática sin igualdad de género. Cuidar de las personas y cuidar del planeta son parte de la misma lucha”, afirma. Su visión conecta el cuidado con la sostenibilidad ambiental, reconociendo que fortalecer redes de apoyo, promover la autonomía económica de las mujeres y valorar el trabajo doméstico son pilares de una sociedad justa.

El cuidado como centro de transformación

Silvane suele decir que su trayectoria es la de quien salió de los bastidores para ocupar el centro de la escena. Ser madre, gestora y mujer la convierte en parte de un movimiento que crece en todo Brasil: el de mujeres que convierten el cuidado en un acto político.

“Durante mucho tiempo, las decisiones fueron tomadas por quienes nunca tuvieron que elegir entre trabajar o cuidar a un hijo enfermo. Por eso debemos estar allí, en los concejos, en las secretarías, en las alcaldías, para garantizar que el cuidado sea objeto de políticas públicas”.

En este Día Internacional del Cuidado y el Apoyo, la historia de Silvane Ferraz revela lo que muchas veces permanece oculto: el cuidado no es un gesto espontáneo ni un valor simbólico, es trabajo. Un trabajo que sostiene familias, mueve economías y garantiza el funcionamiento de la vida cotidiana, pero que sigue siendo invisible y sin reconocimiento.

La experiencia de Belém demuestra que es posible cambiar esta realidad cuando el Estado decide establecer al cuidado como parte de la estructura productiva de la sociedad. Valorar a quienes cuidan no es solo una reparación histórica: es el camino hacia un futuro donde el cuidado sea visto por lo que siempre ha sido —el centro que mantiene al mundo en movimiento.