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El síndrome de la hermana mayor

El ser una hermana mayor puede parecer una bendición y una maldición al mismo tiempo: estas niñas crecen para convertirse en personas altamente competentes, responsables y funcionales. Sin embargo, parece que lo hacen a cuestas de su propio bienestar. Parece ser que el crecer en ambientes que frecuentemente les exigían un comportamiento de adulto en el cuerpo de un niño resultó en la formación de una personalidad que no necesariamente es positiva para ellas.

¿Qué es el síndrome de la hermana mayor?

A pesar de que este término no es un trastorno psicológico como tal, miles de mujeres se han identificado con las presiones que este síndrome implica. Después de haberse hecho viral en TikTok nos podemos dar cuenta que esta serie de presiones es común a miles de mujeres alrededor del mundo, a pesar de que haya variaciones en ciertas culturas.

El síndrome de la hermana mayor se usa para describir el peso emocional que suelen llevar las hijas mayores en sus familias. Desde cuidar a sus hermanos más pequeños (con tareas relevantes como cambiar pañales, ayudarlos a vestirse o acompañarlos a jugar) hasta hacerse cargo de tareas domésticas como cocinar o limpiar, el peso de las tareas que las hijas mayores adoptan, especialmente en las culturas hispanas, es real.

A pesar de que los hermanos mayores en general enfrenten la presión de “poner el ejemplo” para sus hermanos menores (y todas las presiones que eso implica en un niño o niña que apenas se está desarrollando)  las hermanas mayores han sido mayormente asignadas las labores que una madre haría, especialmente en el sentido tradicional. Sin embargo, esa “tendencia al cuidado” no es una cualidad inevitable de las hijas mayores, sino que tiende a ser impuesto por miembros de la familia que forman parte de una sociedad que supone que las hijas mayores deben actuar de cierta manera y asumir ciertos roles. De manera que existe una significativa diferencia en las experiencias de los hijos mayores y las hijas mayores.

 

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Esta reflexión nos obliga a preguntarnos si las cualidades que hemos aprendido a reconocer y celebrar en los hijos –y especialmente las hijas– mayores es una cualidad intrínseca a las personas que son o simplemente una cualidad que les hemos enseñado a tener debido al rol que les hemos asignado, al igual que las implicaciones y presiones que tiene.

Los hijos mayores no suelen ser intrínsecamente más responsables que los hijos más jóvenes, simplemente se les pone en un papel que las expectativas y las tareas que se les asignan los obligan a desarrollar esta característica. Y principalmente se debe también a las presiones que les solemos asignar, aquellas de “poner el ejemplo” para sus hermanos más jóvenes (a pesar de que ellos también son jóvenes y no necesariamente muy diferentes a sus hermanos en niveles de madurez y capacidades).

 

El peso del género

Los roles de género tienen una fuerte influencia en la dinámica familiar. Las mujeres suelen ocupar un rol de “asistentes” de sus madres, lo cual, además de la labor física implica una labor y peso emocional importantes. Suelen tener un papel importante en asegurar el bienestar y felicidad de sus familiares, además de jugar papeles importantes en la resolución de problemas.

Al mismo tiempo, las tareas domésticas están lejos de dividirse de manera equitativa, a pesar de que todos los miembros de la familia las necesiten. Un estudio de UNICEF de 2016 determinó que las niñas de entre 5 y 14 años dedican un 40% más de tiempo al trabajo doméstico que los niños.

Esto tiene un peso sumamente fuerte en el desarrollo de las niñas, pues en edades en las que ellas mismas requieren atención, cariño y la oportunidad de ser “niñas” para poder desarrollarse plenamente en el ámbito mental y emocional, están muy ocupadas haciéndose cargo física y emocionalmente de su familia.

Esto también tiene serios efectos en la formación de su personalidad y auto-percepción, pues sus primeras concepciones de sí mismas van intrínsecamente ligadas al servicio de los demás; entienden que sus cualidades como seres humanos se reducen a su capacidad como cuidadoras y no como individuos. Que cuidar a sus hermanos y familia es lo que “son” y no un rol que se les asignó injustamente. Y esto se arrastra a lo largo de sus vidas y las expectativas que la familia construye alrededor de ellas (al igual que la presión que implica).

Este fenómeno es tan fuerte y tan común que existen miles de hermanas mayores que no muestran particulares deseos de tener hijos, y muchas han dicho que la razón detrás de ello es que sienten que “ya criaron niños” a pesar de que algunas sean sumamente jóvenes.

 

¿A qué se debe?

Existen varias explicaciones que rodean el fenómeno del síndrome de la hermana mayor, que van desde lo biológico a lo social. Hoy en día existen estudios que afirman que existe un vínculo entre el estrés durante el embarazo y la maduración temprana de las hijas primogénitas.

En este estudio revolucionario, los investigadores observaron que las hijas primogénitas específicamente (no los hijos primogénitos o las hijas que no fueron primogénitas) pueden verse afectadas por el estrés prenatal de una forma muy específica.

En esta instancia, las hijas mayores se desarrollaron temprano y tuvieron una maduración que ayudó en la crianza de los hijos. Vale la pena destacar que este impresionante ejemplo de programación fetal empezó a evidenciarse mucho antes de que la primogénita en cuestión fuera biológicamente capaz de tener sus propios hijos.

Al mismo tiempo es común que los padres suelan concentrarse más en “hacerlo bien con el primero”, lo que los lleva a concentrarse en el desarrollo del hijo mayor mientras crece: desde sus calificaciones hasta su salud. De manera que, posteriormente, suelen estar menos ansiosos durante la crianza de los hijos posteriores y esto puede derivar en menos tensión en la dinámica parental.

Miles de hermanas mayores se identificaron con Luisa, la hermana mayor en la película Encanto. Su historia es una de continuo servicio a su familia por encima de sus propias necesidades, literalmente rompiéndose para cumplir las expectativas que se tienen de ella.

La historia nos muestra cómo su familia aprende a darse cuenta de cómo han tomado por sentado su papel y han exigido de ella mucho más de lo que le corresponde. Y lo más importante no es solo esto, sino el hecho de que Luisa aprende a poner límites y a poner sus propias necesidades primero: algo que todas las hermanas mayores que han sufrido de estas presiones deberían intentar hacer. Y saber que las personas que son son mucho más importantes que los roles que han aprendido a jugar en la vida de otras personas.

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Constanza García Gentil

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