Materialists y la obsesión con el dinero

La película Amores Materialistas (Materialists) dirigida por Celine Song prometía hacerle honor a las grandes comedias románticas del pasado, con un elenco envidiable y una de las premisas narrativas favoritas del cine: el tríangulo amoroso.

Entre el amor y el dinero

La historia se centra en Lucy (Dakota Johnson) que es una casamentera de una empresa exclusiva en Nueva York, y quien en una boda (por medio de su trabajo) conoce a Harry (Pedro Pascal), el soltero codiciado ideal (incluso menciona que en su empresa lo llamarían un “unicornio” por ser tan raro de encontrar). Harry es rico, guapo, alto, educado y seductor. 

Por otro lado está John (Chris Evans) un actor con poco éxito (pero perseverante) que vive con dos roomies en sus 30s y que es mesero de eventos para poder sostener su modesto estilo de vida. Sin embargo, desde el inicio se nos presenta a Lucy y a John con una conexión especial, permanentemente orbitando cerca del otro a pesar de su ruptura 5 años atrás según se nos muestra en la película.

La razón por la que Lucy decidió terminar con John no fue por falta de amor, sino por su evidente falta de dinero. El personaje de Lucy se nos muestra como clase media, pero con una intención de salir adelante. Y es eso lo que intenta hacer también en sus decisiones amorosas.

Cuando Harry decide cortejar a Lucy la película lo deja ver como el hombre ideal: uno que no le ofrece lo que tiene desde el intentar poseerla sino genuinamente desde la admiración y el cariño. Que incluso cuando ella no tiene el mismo estatus que él, Harry la busca por lo que es. Y lo más sorprendente de esto es que Lucy le deja saber desde el principio que está interesada en alguien con dinero y que esa es una de las cosas que más le sorprende de él. Le hace preguntas abiertamente sobre el valor de su departamento y sobre sus ganancias aproximadas. Ya sea por su pasado, por la manera en la que ha aprendido a ver de manera pragmática el mundo de las citas o simplemente por “asegurar su futuro” Lucy no esconde el hecho de que quiere salir con un hombre bien sucedido.

La difícil tarea de escoger una pareja

Más allá de los errores y aciertos narrativos y de realización que pueda tener, Amores Materialistas logra comunicar correctamente lo mucho que el dinero y las aspiraciones se han inmiscuido en nuestra vida, incluso en nuestra manera de amar.

Ya no vivimos en el Siglo XIX y la mayoría de las mujeres ya no tienen que dar dotes a sus maridos y vivir en una sociedad que les prohíbe sostenerse económicamente. Sin embargo, el dinero sigue rigiendo nuestra vida de múltiples maneras, incluso quizá varias que no nos atrevemos a admitir.

En una entrevista, Celine Song responde a una pregunta de una periodista que dijo haber leído en internet que la película es “propaganda para hombres en quiebra” a lo que ella respondió que estaba sorprendida del clasismo y el elitismo que ha llevado a la gente a sentir desprecio por la gente pobre, reflejándolo así en el personaje de John.

Celine afirmó que John es un personaje con un amor enorme por Lucy, y que el verlo únicamente a través del lente del dinero es una muestra de cómo los ricos se han metido en nuestros corazones revictimizando así a las personas pobres por ser pobres. 

Cuando Lucy habla de emparejamiento, traduce hábilmente la fantasía emocional del romance en conceptos y términos prácticos, haciendo que los misterios del amor parezcan accesibles a través de cuestiones prácticas que pueden detallarse en una hoja de cálculo.

Celine Song, quien trabajó como casamentera en Nueva York en 2016 atestiguó esta cuestión en la vida real: cómo el amor se vuelve una serie de nociones cuantificables y, de manera más precisa, números. ¿Cuánto ganan? ¿Cuánto miden? ¿Qué edad tienen? ¿Cuánto pesan? Todos estos “números” suman a un total en el que la mayoría de las veces parece descansar nuestro valor.

Y es que, de la manera en la que se nos muestra en la película, el amor en nuestros tiempos parece ser un intercambio de recursos tangibles e intangibles (el ejemplo más evidente podría ser la belleza de una mujer frente al dinero y estatus de un hombre) que se ha extendido a nuestras preferencias.

El valor es un tema importante en “Materialistas”. Esencialmente, la gente busca una pareja que les haga sentir más valiosos.

Y parte de la frustración se reduce a: “Si en todo lo demás, puedo conseguir la versión superior porque puedo pagarla. ¿Por qué no mi pareja?”. Puedes tener un coche del año o remodelar tu casa, pero las personas son personas y se mostrarán tal como son. Incluso si no lo hacen al inicio. Es un completo misterio el por qué lograremos conectar con alguien.

La realidad es que las redes sociales, nuestro círculo social o nuestras familias pueden influir en el tipo de persona que buscamos pero la realidad es que nos enamoraremos desde algo mucho más profundo y, tristemente, muy difícil de manipular: nuestros traumas y carencias. 

El filósofo Alain de Botton lo explicó con su ensayo No hay nada de malo en casarse con la persona equivocada. En él detalla que no solemos enamorarnos de lo que es necesariamente bueno para nosotros, sino de lo que es familiar. Y, lamentablemente, eso no siempre equivale a lo que es sano. 

De manera que, al igual que las elecciones de Lucy podrían parecer equivocadas para muchos, el amor sigue siendo complicado y mucho más misterioso de lo que podríamos cuantificar. Y la razón por la que esta película es innovadora es porque permite que trate realmente sobre el dinero; o, mejor dicho, sobre cómo el amor y el dinero han llegado a convivir. Y cómo se han inmiscuido en nuestros gustos, a pesar de que sigue existiendo una parte a la que no han logrado llegar. Y una a la que probablemente nosotros mismos tampoco hemos sabido llegar, y que es el verdadero motor de nuestras pasiones y nuestras malas (o buenas) decisiones. De las cuales el enamorarnos siempre se sentirá como una de las más arriesgadas.

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