En Cuernavaca el colectivo “Las nombramos bordando», se reúne para bordar y conformar un memorial para las niñas y mujeres que han sido víctimas de feminicidio en el estado de Morelos.
En el estudio de María Antonieta De la Rosa cuelgan mantas con los bordados que han realizado en plazas públicas de Cuernavaca, y aquellos que reciben por paquetería desde otros lugares del país. En ellos se leen los nombres de las víctimas, así como los municipios y fechas en los que fueron cometidos los feminicidios, piezas con las que el colectivo “Las nombramos bordando” genera memoria y denuncia, a través del arte, esta problemática.
María Antonieta De la Rosa fundó el colectivo en su taller ubicado en Morelos. Desde este espacio, explica que comenzó con el proyecto de bordar los nombres de víctimas después del feminicidio de Ingrid Escamilla, el cual fue muy sonado a nivel nacional. Esto la llevó a articularse con más activistas del estado para realizar acciones para visibilizar a las mujeres que eran víctimas de este delito en su estado.
En las paredes del estudio de María Antonieta De la Rosa cuelgan mantas con los bordados que han realizado en plazas públicas de Cuernavaca, y aquellos que reciben por paquetería desde otros lugares del país. En ellos se leen los nombres de las víctimas, así como los municipios y fechas en los que fueron cometidos los feminicidios, piezas con las que el colectivo “Las nombramos bordando” genera memoria y denuncia, a través del arte, esta problemática.
“Aquí es donde convergen mi inquietud y exploración en el bordado con el activismo, porque yo estaba estudiando la maestría en producción artística en la UAEM y estaba investigando sobre el bordado en el arte, y encontré que este fue relegado de las bellas artes, y por ello siempre tuvo un papel invisibilizado, aunque al mismo tiempo ha sido una herramienta que han tomado las mujeres en diferentes momentos de la historia como medio de expresión y de protesta“, comenta De la Rosa.
Inspirada en los movimientos sociales que utilizaron el bordado como medio de protesta, la madrugada del 8 de marzo de 2020 convocó junto con otras artistas y activistas a una acción colectiva en Cuernavaca, “y esa noche, en un espacio que había sido refugio para mujeres con problemas de violencia, bordamos una lista de feminicidios que se habían recopilado de 2013 a 2019, y después nos incorporamos a la marcha que se concentró en la Plaza de Armas”.
«La violencia es una realidad que nos toca a todas”
Maria Antonieta destaca que el bordado como expresión de protesta tiene historia en Morelos, y se remonta hasta 2011, con el surgimiento de la iniciativa Bordando por la paz, que se sumó a las distintas expresiones y movilizaciones que acompañaron al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, en el que una de las figuras principales fue Javier Sicilia.
El colectivo Fuentes Rojas propuso la acción de bordar un pañuelo con el nombre o descripción de alguna víctima de la llamada “guerra contra el narcotráfico”, “y fue como una célula que explotó y se dispersó por diversos estados del país”, y aunque entonces no tuvo representantes en Morelos, ahora “Las nombramos bordando” retomó las convocatorias para nombrar, puntada a puntada, a quienes su vida ha sido cobrada por la violencia.
Karime Díaz, bióloga e integrante del colectivo, relata que en su caso, llegó al activismo por el movimiento #MeToo y las denuncias por violencia de género dentro de las universidades, así como los casos de feminicidios de estudiantes que movilizaron a la comunidad universitaria de Morelos, y fue de esta forma como conoció a María Antonieta y a Xochitl, y se sumó con ellas al proyecto Las nombramos bordando.
Aún con lo doloroso que resulta conocer de cerca los casos, la científica de 36 años plantea que “el bordado sana”. “Porque te hace poner toda tu atención, todo tu esfuerzo, todo tu amor y tu ternura en ese momento, e invita a hacer una pausa y pensar en las puntadas, y en mi caso, es una actividad que ha permitido abrir el diálogo con más mujeres cercanas, de todas las generaciones, ya que incluso nuestras madres -que nunca antes habían participado en este tipo de actividades- nos han acompañado en algunas de las acciones”.
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