Desglosando a las «mujeres de alto valor»

Parece que algunas tendencias de redes sociales, a pesar de querer parecer modernas, toman los mismos principios arcaicos con los que crecimos (y que mucho trabajo hemos hecho para intentar cambiar), los empaquetan con otro nombre y otros portavoces y nos intentan vender exactamente lo mismo.

Es eso lo que ha pasado con las teorías de las “mujeres de alto valor” “mujeres femeninas” e incluso con los “hombres de alto valor”. 

 

¿En qué consiste?

La mujer del alto valor tiene que ver con mujeres desde la abnegación y siendo femeninas, como un simbolismo de cómo tendríamos que lucir, cómo tendríamos que ser, qué tendríamos que desear. Normalmente nos venden una imagen pulcra, son mujeres atractivas, usualmente blancas y que aparentan tener dinero. Mucha de su “feminidad” descansa en cómo se ven, cómo se visten y qué hábitos tienen. 

 

Por otro lado, ser un hombre de alto valor o una mujer de alto valor tiene mucho que ver con que los hombres sean líderes, competitivos, y principalmente que sean proveedores, ya que las mujeres “femeninas” no suelen ser mujeres de carrera, y aún si lo son, no suele ser su principal valor. Lo más importante es que puedan cubrir las necesidades del hombre y ocupar “su lugar” en el hogar y en la relación.

 

Al mismo tiempo, los roles de poder están inevitablemente presentes en esta dinámica. Y siguiendo el marco “tradicional” de esta tendencia, está implícito que los hombres serán los que tengan más poder en la relación. Las “mujeres de alto valor” suelen haber tenido pocas parejas sexuales a lo largo de su vida (nada cómo endiosar la virginidad para volver a la época medieval) y no actúan “promiscuamente”. No suelen tener hábitos de una independencia intensa y tampoco hacen cosas que a sus respectivas parejas no les agraden.

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El papel de las redes sociales

TikTok e Instagram han tenido un papel importante en propagar estas tendencias, en gran parte porque está en los intereses de los respectivos dueños de las redes que las mujeres lentamente oscilen de vuelta (de manera voluntaria) al sistema que las oprime. Solo que ahora bajo otro nombre y mientras cargan un matcha latte y regresan de su clase de pilates.

 

Cada día surgen nuevas tendencias de maquillaje, moda, consumo y estilo de vida, entre otras, y el problema no es sólo la inmediatez, sino la presión que ejercen principalmente en las mujeres.

 

Y es importante dejar claro cómo la popularización de algunas tendencias se ha desvirtuado. Comienzan con un propósito cómico, a veces crítico, y terminan propagando estereotipos de género. Es decir, limitan las posibilidades de lo que una persona puede ser o hacer si es hombre o mujer.

 

En redes hay creadores de contenido como “El Temach”, Diego Dreyfus, Andrew Tate, Logan Paul (unos más extremistas que otros)  y muchos más que abonan a la idea de las “mujeres de alto valor”. Es decir, aquellas que cumplen con ciertos estándares al momento de buscar pareja: son femeninas, sumisas, amables y familiares. Y nuevamente hacen referencia a la “pureza” con un historial sexual reducido. Quizá no les piden ser vírgenes cómo se hacía en tiempos de antes, pero sí se espera que sus experiencias sexuales sean pocas. Al final del día, el principio es el mismo: que el valor de una mujer se reduce proporcionalmente a la cantidad de parejas sexuales que ha tenido a lo largo de su vida.

 

Estas figuras han tenido un papel importante en difundir estos estereotipos, sin embargo hay muchas mujeres que también han contribuido a seguir vendiendo estos valores. El movimiento de las tradwives, impulsado por influencers como Hannah Neeleman y Nara Smith, entre otras, se ha fortalecido intensamente por el contenido que comparten las mismas mujeres.

@ballerinafarmWe’ve been running from pillar to post the last 3 weeks. Feeling grateful ??

? original sound – Ballerina Farm

Muchas incluso han hecho un negocio a partir de ello. Una vez que el algoritmo empieza a volcarse hacia estas tendencias, no es poco común comenzar a ver cursos y asesorías para “conectar con tu femenino” o “cómo ser una mujer de alto valor”. Lo más triste de esto es que, una buena parte del marketing para vender este contenido descansa en que, si se convierten en estas mujeres, será más fácil encontrar el amor o tendrán mejores prospectos. Cuando la realidad es que, si encarnan este rol de sumisión escondido dentro de vestidos de marca, pueden muy fácilmente terminar con un hombre violento y posesivo.

 

Distinguiendo las cadenas

Si algo ha demostrado el patriarcado es su enorme capacidad de adaptación a los tiempos: con un lenguaje contemporáneo, las ideas sobre qué es un hombre y qué una mujer y cuál es el lugar en el mundo se reproducen ahora con las redes sociales como aliadas.

 

El hecho de que hoy venga detrás de la pantalla de un smartphone no cambia nada sobre los valores que promueve. Y la intención es la misma: distraer de los problemas reales que el patriarcado nos impone, principalmente a las mujeres, pero ciertamente a los hombres también. Y mientras sigamos poniéndole nombres nuevos a los prejuicios de siempre nunca terminaremos por entender la amenaza universal que permea en estos roles y no nos permite erradicar la discriminación de una vez por todas.

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