Categorías: Estilo de vida

¿La casa propia ahora es un lujo?

Ser propietario de una casa siempre ha parecido ser algo así como los cimientos de la adultez formal; nuestros padres y abuelos adquirieron propiedades o terrenos ya entrada su adultez y pudieron capitalizarlo a lo largo de los años, ya sea como vivienda propia o como fuente de ingresos. Sin embargo, muchas cosas pasaron durante el SXXI que hicieron que adquirir una propiedad se convirtiera en un lujo inalcanzable para muchos y que incluso rentar se volviera complicado.

¿Cómo se ha dado el cambio?

A medida que los precios de las viviendas se dispararon, cada vez más compradores optaron por recurrir a estrategias de compra poco convencionales. Una táctica, la compra colectiva, es cada vez más popular entre la Generación Z (los compradores más jóvenes), según un estudio reciente. Alrededor de un tercio de los adultos de la Generación Z (de 18 a 28 años) están dispuestos a compartir fondos y comprar una vivienda con amigos o familiares.

Los co-compradores suelen ser amigos, familiares o parejas; para los compradores de la Generación Z (muchos de los cuales tienen pocos ahorros y ganan menos que los compradores mayores), suele ser un asunto familiar. 

Incluso en países ricos como Estados Unidos, aproximadamente una cuarta parte de los propietarios de vivienda de la Generación Z compraron casas con sus padres, según un informe de Bank of America publicado en junio, mientras que el 22% compró sus casas con sus hermanos, un aumento con respecto al 12% en 2024 y al 4% en 2023.

Propiedades inalcanzables en la capital mexicana

En el caso de México, según la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), la capital del país tiene el precio de vivienda por metro cuadrado más alto del país, y está 82.57% por encima del precio promedio nacional para vivienda residencial media.  

Para ponerlo en perspectiva, un departamento de unos 60 metros cuadrados que se vende en alrededor de 2.5 millones de pesos en la capital del país,  sería de 1.6 millones de pesos en lugares donde el precio por metro cuadrado es de entre 24 y 28 mil pesos, como en estados como el Estado de México o Quintana Roo.

De algún modo esto también ha derivado en que esta generación no prioriza tener una vivienda propia por encima de todo, ya que estudios indican que el 51% «preferiría priorizar un empleo estable» y el 48% priorizaría «construir su carrera» por encima de comprar una vivienda. 

 

CDMX: cada vez más inaccesible

Si tomamos como referencia el salario promedio de los trabajadores en la CDMX, de 8 mil 233 pesos para mujeres y 10 mil 515 pesos para hombres, según datos del Coneval, una persona tendría que ahorrar su sueldo íntegro durante por lo menos 20 años para pagar ese monto. Por lo que para comprar vivienda, es casi inevitable requerir algún tipo de financiamiento, aunque no siempre es accesible.

La demanda de vivienda en la CDMX, especialmente en las alcaldías céntricas o cercanas a los centros de trabajo, la mayoría en Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc y Álvaro Obregón, se vio presionada todavía más por la gentrificación. Zonas que por sí solas ya eran poco accesibles ahora tienen precios disparados que la inmensa mayoría de los mexicanos (y particularmente los jóvenes) no pueden pagar. Y la gentrificación solo ha vuelto esto más complicado, haciendo a la CDMX un lugar de moda para la gente joven que gana en dólares. Y al mismo tiempo haciendo a los locales pagar el precio (literalmente) de quedar fuera de este grupo.

Desde entonces, el Gobierno de la Ciudad de México ha tratado de impulsar acciones para contener el alza de los alquileres y volver más asequible el precio de la vivienda. Aunque con poco éxito.

Recientemente, impulsados por la presión generada por movimientos sociales en contra de la gentrificación (principalmente las recientes marchas que han remarcado este fuerte problema social) autoridades de Ciudad de México anunciaron este miércoles una estrategia para combatir la gentrificación en la capital, que incluye una iniciativa de ley para regular los precios del alquiler de vivienda.

La estrategia incluye la inyección de 9,000 millones de pesos en la construcción de vivienda de interés social en zonas céntricas, impedir que el aumento en el precio de las rentas sea mayor a la inflación, e impulsar una ley de “rentas justas” que regule los precios de alquiler, en especial a los de corto plazo por medio de plataformas digitales, mediante un índice de precios.

Con ello se busca combatir la especulación inmobiliaria en zonas críticas; impulsar un programa de arraigo comunitario con estímulos económicos a pequeñas empresas, comercios locales y negocios de oficios tradicionales para su permanencia en la comunidad, y crear la Defensoría de los Derechos del Inquilino, entre otras.

Las generaciones de la eterna adolescencia

Existen teorías que dicen que los millennials y GenZ se quedaron de alguna manera congelados en la adolescencia; que sus hábitos, sus modos y su manera de vivir no se diferencia tanto a cómo vivían cuando eran adolescentes. Y esto se debe en gran parte a que muchos de los hitos importantes de la adultez (casarse, comprar una propiedad, tener hijos, entre otros) ya no son garantía para esta generación. Y una enorme razón detrás de ello es que todo se ha vuelto impensablemente caro, desde casarse hasta adquirir una propiedad pasando por los gastos que genera un hijo. Y, por lo mismo, han pasado a buscar otros usos más modestos para el dinero que sí tienen (aunque no sea suficiente para pagar este tipo de cosas) como viajar, salir y comprar cosas (el ya tradicional «gustito»). Y al mismo tiempo, conforme este tipo de metas se han vuelto más lejanas, el estilo de vida de las nuevas generaciones se ha adaptado a otro tipo de hábitos, desde la movilidad hasta la soltería, un modo de vida más líquido (remitiendo intencionalmente a la posmodernidad). Y esto se debe a que es lo que sus condiciones materiales realmente permiten.

Suena absurdo pensar que hemos construido una sociedad en la que tener un lugar digno donde vivir y poder reproducirse son lujos para pocos y no pasos naturales que se toman en la adultez. No significa que no hayan implicado un sacrificio en el pasado, sino que hoy en día ya van más allá del esfuerzo y las personas simplemente ya no pueden optar por ellos. Ya no es una opción con un sacrificio, sino que simplemente ya no es una opción. Y si construimos una sociedad en que estos pasos ya no son asequibles para los adultos jóvenes (que deberían tener las oportunidades y la vida por delante) entonces ¿qué clase de sociedad hemos construido?

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Constanza García Gentil

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