Entendiendo el uso del hiyab

Las controversias en torno al uso del hijab en el islam son complejas, y es aún más difícil entenderlas desde nuestro origen occidental. Y antes de hacer comentarios (o peor aún, apoyar y sugerir propuestas de políticas públicas que afectan a la población musulmana sin entender sus costumbres) es importante entender este símbolo de la cultura musulmana y si es (o no) un modo de opresión para las mujeres que practican la fe o que provienen de países de mayoría musulmana.

La palabra hiyab (??????), que proviene del árabe y significa literalmente cortina, no solo implica el velo que las mujeres usan para cubrir la cabeza y el pecho, sino que transmite todo un universo de simbolismo, significados, mensajes y trasfondo cultural.

De hecho, en el islam, el hijab no solo se aplica a la vestimenta de las mujeres, sino también a la de los hombres. Aunque los hombres no tienen que cubrirse la cabeza, en Irán es difícil ver a un hombre en pantalones cortos o camisetas sin mangas.

Mujeres de todo el mundo se preguntan por qué las musulmanas se cubren la cabeza con el hijab. ¿Este objeto refleja una pérdida de libertad o de identidad? ¿Es algo impuesto por los hombres? Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, llevar el hijab forma parte de las creencias de las mujeres; no es obligatorio, sino una elección consciente de la mujer creyente.

El hiyab es un reflejo de la devoción religiosa: el islam recomienda y exige a todas las mujeres musulmanas que lleven el hiyab. Esto resulta bastante difícil de entender para muchos occidentales, ya que la obediencia a menudo se asocia con el victimismo o la opresión. Sin embargo, según muchas mujeres musulmanas, es una forma de entrega voluntaria en la que las mujeres que practican el islam se someten a Dios, obedeciendo todos sus mandatos. Esto es fundamental para muchas de ellas y, aunque pueda resultar incomprensible para algunas, tiene sentido para la mayoría de las mujeres que practican la religión. Hay algunas que deciden no llevar el hiyab, y eso también está bien.

“Diles a las mujeres creyentes que rebajen su apariencia, cuiden sus partes íntimas y no muestren sus adornos excepto lo que sea evidente” – Sura Núr, versículo 31.

Por otro lado, el hiyab representa modestia y pureza. Junto con el manto largo o jilbab que usan, según algunas declaraciones,  ayuda a no ser vistas como objetos sexuales.

“¡Oh, Profeta! Diles a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres creyentes que se cubran el cuerpo con sus mantos (velos) cuando estén al aire libre. Es muy conveniente que sean conocidas y no sean molestadas.” – Corán 33:59.

La imagen estereotipada del hiyab, extendida entre los no musulmanes, es que atenta contra los derechos de las mujeres, restringiendo su libertad y privándolas de su autonomía. Y efectivamente existen algunas mujeres musulmanas que prefieren no cubrirse, y muchas veces tiene más que ver con la incomodidad que les provoca que con el rechazo de la fe.

En algunos países, usar hiyab es una tradición, más que un requisito religioso. Muchas mujeres lo usan por presión social o porque no quieren ser acosadas. Otras, que residen en países que no son musulmanes han optado por dejar de usarlo porque, en sus palabras “tener que constantemente abogar por su fe, incluso en entornos profesionales o académicos que nada tienen que ver”. Y de alguna manera se volvió más fácil simplemente no luchar esa batalla en todos los días y entornos de su vida.

 

Prohibiciones y la «laicidad»

Hoy en día existen países que, en esfuerzos de supuestamente regularizar la multiplicidad étnica y religiosa, deciden prohibir los velos. Francia prohíbe el uso de velos integrales en espacios públicos, pero no el hiyab. La ley, aprobada en abril de 2011, prohíbe el uso de cualquier velo o mascarilla que cubra el rostro en espacios públicos. Esto incluye velos como el niqab y el burka, pero no pañuelos como el hiyab. Esta prohibición se deriva de los principios de laicidad de Francia, que buscan separar las esferas religiosa y política.

 

Por el lado de los deportes, el uso del hiyab está prohibido en todas las categorías de fútbol, ??baloncesto y voleibol franceses, incluido el amateur. Durante los Juegos Olímpicos de 2024, celebrados en París, se prohibió el uso del hijab a las atletas de la selección francesa.

Actualmente se espera que la cámara baja del Parlamento francés vote un proyecto de ley que prohíbe a los atletas utilizar pañuelos en la cabeza en todos los eventos deportivos, después de haber sido aprobado por la cámara alta, dominada por el grupo republicano de derecha del Senado.

 

El imponer a las mujeres que no usen un hijab es igual de malo que obligarlas a hacerlo. Y el prohibir el uso del hijab es una clara muestra de discriminación cuyo único resultado será seguir marginalizando a las mujeres musulmanas y hacerlas cada vez menos parte de la vida pública y actividades colectivas como el deporte.

 

Ciertamente, existen contextos en los que la imposición o la retirada forzada del velo menosprecia el cuerpo y la autonomía de las mujeres. Así como las fuerzas islamistas enfatizan el velo como símbolo externo de la islamización de la sociedad, las fuerzas occidentales han enfatizado la eliminación del velo como parte de su presencia hegemónica. La paradoja es que, independientemente de si una mujer usa hijab, quienes la critican pueden señalarla y juzgar sus intenciones y preferencias. La mayoría de las veces no hay cómo ganar. Y las mujeres son oprimidas de cualquier manera, ya sea por parte de quiénes comparten su religión o de quiénes no la entienden.

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