Después de 27 años del escándalo entre Bill Clinton y Monica Lewinsky, vale la pena reflexionar sobre lo que pasó, lo que definitivamente no sucedió y lo que debió de haber pasado. Y cómo nos hace ver a nosotros como sociedad.
Monica era una joven que entró a trabajar como becaria a la Casa Blanca y terminó involucrándose en una relación de dos años con Bill Clinton. Lo que sucedió después, al hacerse pública esta relación, fue una tormenta mediática como nunca se había visto antes.
Para tener una idea, esto sucedió cuando Google apenas comenzaba a funcionar, pero la presencia ya era suficiente como para atacar por ambos frentes: el de los medios tradicionales y el de los medios virtuales. Fue el primer escándalo en el que empezaron a coincidir los medios escritos y el internet, y fue una evisceración que marcó y definió para siempre la vida de una joven mujer, pero no necesariamente la del hombre poderoso con quien se involucró.
El trabajo de Monica en la Casa Blanca fue el primero que tuvo al salir de la universidad, por lo que no tenía otro tipo de experiencias con otros trabajos ni, en muchos sentidos, con la vida. Una de las cosas más dolorosas que Monica Lewinsky ha dicho fue que, cuando intentó regresar a su vida normal o encontrarse de nuevo, no había realmente nada a qué regresar.
Esto se debe no únicamente al cambio radical que esta relación (y sus consecuencias) generó en su vida, sino al hecho de que una mujer de 22 años es una adulta, sí, pero de algunas maneras no lo es tanto. La parte frontal del cerebro, que controla en gran medida el juicio, no madura completamente hasta alrededor de los 24 años. Por lo que las decisiones que tomó, a pesar de que se responsabiliza por ellas, no fueron tomadas con todos los elementos de un adulto.
Y es que no podemos ignorar que esto fue una relación con un hombre 27 años más viejo con el puesto de mayor poder en el mundo. A pesar de que hubo consentimiento, la relación fue totalmente asimétrica. A pesar de que haya sido una relación extramarital, estuvo muy lejos de ser una relación entre iguales.
Si contamos la historia en términos duros y políticos podríamos decir que el escándalo se desató tras las acusaciones de acoso sexual iniciadas contra Clinton por Paula Jones (otra ex empleada del Gobierno de Estados Unidos). Clinton negó ese vínculo mintiendo ante los medios y ante el Congreso, lo que provocó una investigación avasallante a finales de los años 90.
El ex-presidente Clinton negó haber mantenido ningún tipo de relación sexual con Monica, pero después de que se encontraran pruebas de ADN en el vestido de ella manchado de semen, Clinton tuvo que admitir dicha relación. Las noticias sobre esta relación extramarital y la investigación resultante, promovida fuertemente por el Partido Republicano, llevaron al impeachment por perjurio del presidente Clinton en 1998.
El presidente admitió en un testimonio, grabado ante el gran jurado el 17 de agosto de 1998, que había tenido una “relación física inapropiada” con Lewinsky. Clinton fue exonerado de todos los cargos en un juicio de 21 días por parte del Senado.
Y a pesar de que, en términos duros, esto fue lo que sucedió, estaríamos dejando fuera tantos hechos importantes si redujéramos la historia únicamente a estos hechos.
La realidad es que la verdadera víctima de esta historia fue Monica y no Bill Clinton. La manera de enmarcar una relación consensuada (pero completamente asimétrica) como un escándalo sexual gigantesco que terminó por arruinar la vida adulta de una joven mientras apenas estaba comenzando es un reflejo de cómo nuestra sociedad suele estar lista para eviscerar a cualquier mujer.
La historia es aún más vergonzosa al saber que quien filtró la historia fue Linda Tripp, una amiga y compañera de trabajo de Monica quien grabó sus conversaciones telefónicas mientras Monica, con la confianza de una amiga, le contaba sobre su relación con Bill Clinton.
Lo que las mujeres hacemos con nuestro cuerpo –desde la cirugía y el sexo hasta el aborto– es un tema de intenso debate en cualquier ámbito, desde el comedor hasta, aparentemente, los pasillos de la Casa Blanca. No ocurre lo mismo con un hombre. La reputación de una mujer se pierde cuando tiene un encuentro sexual, ya sea problemático o no.
El trato que recibió Monica Lewinsky, por parte de los medios, del Congreso y del propio Presidente, no fue nada menos que bárbaro. Como ella misma ha dicho recientemente: “Fui la paciente cero de perder una reputación personal a escala mundial”.
Monica Lewinsky estuvo recientemente en el podcast Call Her Daddy con Alex Cooper y enfatizó sobre cómo es difícil dimensionar la magnitud del escándalo con el ciclo de noticias híper volátil que hoy conocemos. Dijo que tan solo durante los primeros 10 días que la historia se hizo pública el Washington Post llegó a publicar 127 artículos en los primeros 10 días en los que se filtró la historia (aproximadamente 12 artículos por día). Y no solo eso, sino que el ciclo de noticias se comportó de una manera insólita, pues este caso duró en los medios aproximadamente un año (hoy en día es raro que una noticia dure más de una semana).
Durante esta charla, Monica contó que los medios, en un principio, tuvieron cierto nivel de compasión por ella. Sin embargo, en el momento en que la Casa Blanca decidió lanzarse en su contra, las críticas que recibió fueron completamente devastadoras. La retrataron como una acosadora, inestable mentalmente, una zorra, entre otros insultos. Quedó en un área gris en la que ella fue quien lo buscó y al mismo tiempo no era lo suficientemente atractiva para ser buscadaa. Vilificaron su cuerpo, le llamaron la “blow job queen”.
Al día de hoy sigue siendo casi un milagro que su profunda depresión no la haya hecho terminar con su propia vida, y ha dicho que ese era el peor miedo de su madre, quien la mantuvo en vigilancia suicida por muchos años por esta razón
Monica ha comentado que uno de los grupos que la criticó de la manera más ruin durante el caso fueron las mujeres. Y es que, al tratarse también de una infidelidad, es normal que muchas mujeres se vieran reflejadas en este caso: hombre de mediana edad que se involucra con una mujer de su trabajo a la que le dobla la edad? Ojalá fuera la excepción.
Sin embargo, el discurso de la amante, la homewrecker o la roba maridos debe ser replanteado. Es verdad que tener una relación con una persona casada o que ya está en una relación está mal, sin embargo la persona que le debe lealtad a su pareja es la persona que está en la relación. Y aún así, a quien terminamos tratando peor siempre es a la infame “otra mujer”.
Y es que considerando el puritanismo estadounidense junto con la agenda política contra Bill Clinton, este caso se convirtió en una explosión mediática cuya víctima fue una joven mujer que nunca tuvo los recursos para enfrentarse correctamente a las injusticias. Simplemente porque el caso se planteó para que así lo fuera. Y a pesar de que Bill Clinton también sufrió críticas, todavía disfruta de la vida en el ojo público, mientras que Monica ha pasado años trabajando en el efecto duradero de este trauma. Ojalá fuera la excepción.
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