Wicked: entre la fantasía y la realidad

Es casi imposible revisar nuestras redes sociales y no ver ni siquiera una publicación relacionada con Wicked, la adaptación tan esperada del popular musical de Broadway, parece que está en todas partes. Desde termos hasta vinilos pasando por espectaculares premieres alrededor del mundo, la espectacular producción dividida en dos partes tuvo un costo total de 350 millones de dólares La primera mitad de la saga, estrenada el 22 de noviembre, recaudó 114 millones de dólares en su primer fin de semana en Estados Unidos y ya ha generado algunos rumores sobre los Oscar. La segunda parte se estrenará en noviembre de 2025.

Dirigida por Jon M. Chu,, la trama de la película se adentra en la «historia real» de Elphaba, la «Bruja malvada del oeste», y Glinda, la «Bruja buena». Está protagonizada por Cynthia Erivo y Ariana Grande como Elphaba y Glinda, respectivamente, junto con Jonathan Bailey, Michelle Yeoh y Jeff Goldblum como otros residentes de la Tierra de Oz.

Los tintes políticos de Wicked

Cynthia y Ariana trabajan juntas desde el principio, y su química se vuelve cada vez más profunda a medida que la comedia da paso a temas más pesados ??y la historia sobre dos mujeres mordaces se profundiza en una historia de amor, respeto mutuo y amistad femenina. El hecho de que estas dos actrices sean capaces de transmitir su amistad incluso fuera de la pantalla lo hace aún más convincente.

La actuación de Cynthia es crucial tanto para transmitir esta transformación como para el efecto general de la película. Rechazada por su padre y ridiculizada por los demás, Elphaba lucha con su otredad desde la infancia, una situación existencial que la aísla y la encierra en una burbuja verde metafórica. Es una situación que Erivo hace palpable desde el principio con un aire de cautela, a veces casi retraída, que crea un contraste sorprendente con su manera tan cálida y grandiosa de cantar.

Wicked puede parecer un espectáculo superficial y espectacular sobre la amistad y los animales parlantes, pero la realidad es que invita a interpretaciones políticas sumamente relevante a la época que vivimos hoy en día. Es impresionante cómo sigue siendo sumamente relevante 20 años después de su debut en Broadway.

El musical de Wicked está basado en una novela homónima de Gregory Maguire de 1995, un tratado antifascista en el que el Mago se convierte en un déspota al estilo de Hitler o Mussolini. En Wicked, se revela que el Mago está privando de sus derechos a los animales parlantes de Oz, con el argumento de que, para unificar al resto del país, tiene que darles un enemigo común. Sin embargo, la persecución de los animales por parte del Mago (y, más tarde, de Elphaba) tiene sus raíces en una mentira.

Cuando L. Frank Baum escribió El maravilloso mago de Oz en el año 1900, imaginó al Mago de Oz como un hombre con buenas intenciones, aunque ineficaz y un poco deshonesto. “Soy un hombre muy bueno, sólo un mago malo”, le explica el Mago a Dorothy en la película de 1939. Aun así, el Mago puede funcionar como una metáfora notablemente cínica de todas las promesas incumplidas de tantos políticos alrededor del mundo. El Mago es un hombre que promete todo pero no te da nada, y después de que te hace pasar un sinfín de pruebas (pensando en todos los obstáculos que Dorothy y Elphaba respectivamente deben de enfrentar solo para poder presentarse frente al mago) luego te dice que la respuesta estuvo dentro de ti todo el tiempo.

El desengaño de la realidad y la fantasía

La premisa de cualquier historia que te diga que los villanos de tu infancia son incomprendidos es que los narradores te estaban mintiendo desde el principio. En Wicked, el Mago no es sólo un mago muy malo, sino también un hombre muy malo. Miente maliciosamente y con un propósito estratégico. El villano de Wicked es el mago y su herramienta no es la magia sino la propaganda política, misma que utiliza para convencer a un país entero de que Elphaba, la única que está luchando por sus habitantes, es la villana.

El mago con el que se encuentran no solo es incapaz de concederles tal petición, sino que, de hecho, planea pervertirla, utilizando sus inocentes deseos para llevar a cabo más violencia. Planea tomar a Elphaba bajo su protección y hacer que ella haga magia en su nombre para poder perseguir más a fondo a los animales sensibles que planea acorralar y espiar de manera más eficiente al resto de sus ciudadanos.

El papel de Glinda también es crucial, pues representa a aquellos que se mantienen silenciosos ante el abuso y las injusticias. Éste tipo de personas no son necesariamente los perpetradores de la violencia pero sí son una parte instrumental en su implementación. Y en el caso particular de Glinda, ella no es necesariamente una persona mala (y Elphaba no la juzga como tal en ese momento) sino que está acostumbrada a vivir de la aprobación de los demás, por lo que rebelarse le da terror. En el caso de Elphaba, alguien que creció con la desaprobación de prácticamente todos los que la rodeaban y acostumbrada a ver lo peor de la gente, quizá este salto es más natural. Aunque en ningún momento es fácil, y su valentía es digna de reconocimiento.

El desacreditar a una mujer calificada y hacerla ver cómo una loca frente a una legión de personas es, lamentablemente, una herramienta que hemos visto frecuentemente a lo largo de la historia, en esferas grandes y pequeñas. Lo que realmente sería una novedad sería si viviéramos en un mundo en el que este tipo de historias solo se ven en las historias de fantasía.

 

Y a pesar de que Wicked es una súper producción llena de color, magia y música, vale la pena hacer el ejercicio de todos los lugares donde hemos visto a un hombre autoritario acusando a una mujer que lucha de ser una villana. Y cómo podemos dejar de seguirlos a ellos para finalmente darles su lugar a ellas.

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