MONGLA, BANGLADESH - 2021/09/11: A 14 year old school girl Hafsa sits with friends and neighbors while posing for photos on her wedding day at a village named Joymoni from a coastal area from Mongla in Bagerhat district. Bangladesh witnessed a 13% increase in child marriages during the Covid-19 pandemic last year as the deadly virus massively affected societies and economies, pushing many into extreme poverty. The gender justice and diversity department of Brac, the worlds largest NGO, found that child marriage increased by 13% when it conducted a survey to access the impact of the Covid-19 pandemic on women and adolescents in 11 districts across the country last year. This is the highest rate of child marriage in Bangladesh in the last 25 years. (Photo by Sultan Mahmud Mukut/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)
El matrimonio infantil es una de las prácticas más abusivas contra las mujeres. Al día de hoy, a pesar de que existe un panorama de mucha mayor igualdad, esta práctica es probablemente de las más anticuadas y peligrosas que aún persisten.
El matrimonio infantil se puede definir como la unión formal o informal antes de los 18 años. Es una práctica que suele afectar mayormente a las niñas. Es una violación de los derechos humanos de los niños y una forma de violencia de género que priva a los niños de su infancia. El matrimonio infantil también altera su educación y aumenta la vulnerabilidad a la violencia, la discriminación y el abuso.
El matrimonio infantil suele estar relacionado con la pobreza, ya que las familias pobres optan por casar a sus hijas tanto para ganar dinero como regalo de bodas como para tener menos bocas que alimentar.
A pesar de la caída importante de esta práctica nociva durante la última década, el matrimonio infantil sigue estando muy extendido: aproximadamente una de cada cinco niñas se casa en la infancia en todo el mundo. Hoy en día, múltiples crisis, incluidos los conflictos, las crisis climáticas y las consecuencias en curso de la COVID-19, amenazan con revertir el progreso hacia la eliminación de esta violación de los derechos humanos. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas instan a la acción mundial para poner fin al matrimonio infantil para 2030.
El matrimonio infantil priva a las niñas de su infancia y amenaza su bienestar, ya que las niñas que se casan antes de los 18 años tienen más probabilidades de sufrir violencia doméstica y menos probabilidades de permanecer en la escuela. También tienen peores resultados económicos y de salud que las solteras. Por si fuera poco, estos problemas luego se transmiten a sus propios hijos, lo que pone a prueba la capacidad de un país para proporcionar servicios de salud y educación de calidad.
Las niñas casadas suelen quedar embarazadas durante la adolescencia, cuando aumenta el riesgo de complicaciones durante el embarazo y el parto. La práctica también puede aislar a las niñas de la familia y los amigos, lo que afecta gravemente su salud mental.
El matrimonio infantil amenaza directamente la salud y el bienestar de las niñas. El matrimonio suele ir seguido del embarazo, incluso si la niña aún no está preparada física o mentalmente. En los países en desarrollo, la mayoría de los nacimientos de niñas adolescentes se producen dentro de un matrimonio o una unión. En estos países, las complicaciones del embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre las adolescentes de 15 a 19 años.
Las niñas casadas durante la infancia tienen más probabilidades de estar expuestas a infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH. Cuando las niñas se casan, a menudo se las obliga a abandonar la escuela para poder asumir responsabilidades domésticas. Las niñas que abandonan la escuela tienen peores resultados económicos y de salud que las que permanecen en la escuela, y, con el tiempo, sus hijos también tienen peores resultados.
Nigeria es el país con la tasa de matrimonio infantil más alta del mundo. Según los datos más recientes, en este país de África occidental más de tres cuartas partes de las niñas menores de 18 años están casadas, y casi el 30 por ciento de ellas son menores de 15 años. Le siguen Chad y Malí, con tasas que van del 61 al 54 por ciento. Este problema está extendido a nivel mundial, en particular en los países africanos.
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El matrimonio infantil es el producto tóxico de la desigualdad económica y de género. Las niñas que se casan en la infancia suelen tener un nivel educativo más bajo y es más probable que vivan en zonas rurales. Muchos padres pobres creen que el matrimonio asegurará el futuro de sus hijas al garantizar que otra familia se hará cargo de su cuidado. Esto también es cierto en las crisis humanitarias, cuando muchos padres temen no poder proteger o cuidar a sus hijas. Algunos creen erróneamente que el matrimonio protegerá a sus hijas del embarazo fuera del matrimonio y de la violencia sexual, que suele agravarse en tiempos de crisis.
Algunos padres ven a sus hijas como una carga o una mercancía, una percepción que se agrava en tiempos de crisis. En los lugares donde la familia de la novia paga una dote a la familia del novio, las novias más jóvenes suelen pedir dotes más pequeñas, lo que crea un incentivo para que los padres casen a sus hijas a una edad temprana. En los lugares donde la familia del novio paga un precio por la novia, los padres en circunstancias difíciles pueden casar a sus hijas como una fuente de ingresos.
Las tasas mundiales de matrimonio infantil están disminuyendo lentamente. Datos recientes muestran que en la última década se evitaron 25 millones de matrimonios infantiles. Alrededor de 2000, una de cada tres mujeres de entre 20 y 24 años informó que se había casado cuando era niña. En 2021, esta cifra subió a una de cada cinco.
Aun así, el progreso ha sido desigual y el matrimonio infantil no está disminuyendo con la suficiente rapidez. Debido al crecimiento demográfico en las regiones donde el matrimonio infantil es más frecuente, así como a los impactos socioeconómicos de la COVID-19, se prevé que el número total de matrimonios infantiles aumente para 2030. Para cambiar esto, es indispensable acelerar nuestras acciones para poner fin al matrimonio infantil, incluyendo el considerarlo ilegal en los países más afectados.
Hoy en día existen estudios que indican que poner fin al matrimonio infantil podría ser sorprendentemente asequible. En 2019, la Universidad Johns Hopkins publicó un estudio resultando en que costaría sólo 35.000 millones de dólares (unos 600 dólares por cada niña novia) terminar con esta práctica en el 90% de los países. De manera que si las excusas financieras son tan bajas (el factor que suele detener la mayor parte de las causas humanitarias) esta práctica no debería de existir.
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