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Liam Payne y el precio de la fama adolescente

La muerte de Liam Payne tomó al mundo por sorpresa entre un mar de controversias, palabras de amor y polémicas que cargaba desde antes de morir. Muchos le llamaron la primera muerte de una figura cercana entre la Generación Z. Y es que Liam realmente fue una de las figuras más influyentes en la cultura pop durante los años 2010s gracias al enorme éxito de One Direction, la banda a la que perteneció.

Liam murió a los 31 años al caer del tercer piso de un hotel en Argentina y dejó a su paso una importante reflexión sobre la soledad masculina, la explotación de la fama adolescente y la importancia que las relaciones parasociales pueden llegar a cobrar en el desarrollo de una persona.

El estrellato y el peligro

Los años 2010s vieron a múltiples fenómenos adolescentes llegar a lo más alto del éxito musical; figuras como Justin Bieber, Taylor Swift y Miley Cyrus. Sin embargo, probablemente ninguna banda tuvo el mismo éxito que One Direction. No solo se trataba de que -como prácticamente todas las boy bands famosas que les antecedieron- eran guapos y carismáticos. Sino que el talento vocal de cada uno de sus miembros era real y, a pesar de que no empezaron a cantar juntos desde antes de estar en el reality The X Factor UK, realmente funcionaban muy bien en conjunto. La banda comenzó cuando los integrantes tenían entre 16 y 18 años.

One Direction alcanzó un éxito enorme, al grado de ser comparados con los Beatles por su éxito masivo. La carrera total de One Direction recaudó 583,4 millones de dólares en cuatro giras entre 2012 y 2015. Lanzaron cinco álbumes de estudio y vendieron 70 millones de discos.

Y es difícil conciliar el hecho de que mientras esta banda llevaba felicidad a tantos fans alrededor del mundo (principalmente mujeres adolescentes) al mismo tiempo sufrieron una severa explotación por parte de la industria. Los miembros no solían tener más de un puñado de días libres al año, pues cada momento se ocupaba con conciertos, entrevistas, y la grabación simultánea de nuevos álbumes. Hoy en día, aterrizando lo que ya sabemos de la industria musical, lanzar 5 álbumes en 5 años sin dejar de hacer giras suena como una labor imposible. Y es espeluznante imaginar el estrés físico y mental bajo el que estaban estos jóvenes para lograr cumplir con estas metas.

El daño colateral del exceso de control

Liam llegó a hablar en un podcast con Steven Bartlett sobre cómo la falta de libertad durante su adolescencia en One Direction lo llevó a beber compulsivamente, y que fue eso lo que se convirtió en las bases del alcoholismo que sufriría años después.

Y es que, en el caso específico de One Direction, el salto a la fama fue súbito. Los integrantes nunca se conocieron en un contexto normal y tampoco tuvieron un camino en el que gradualmente construyeran su popularidad. Los efectos de la fama de la noche a la mañana parecen ser todavía más severos que la fama gradual.

En la superficie pudo parecer el sueño de cualquier adolescente. Y en muchos aspectos, lo fue. Los ex integrantes suelen hablar con cariño el uno del otro, y de cómo se divertían durante sus épocas en la banda. Pero la realidad es que el nivel extremo de explotación y la falta de libertad en nombre de la monetización tuvo efectos severos en todos los integrantes.

Zayn Malik, quien fue el primero en salir de la banda debido al estrés acumulado, llegó al punto en el que simplemente dejó de comer: “No se trataba específicamente de un trastorno alimentario, sino de una cuestión de control. Cada área de mi vida estaba tan reglamentada y controlada [los miembros de 1D a veces tenían que pasar directamente de tocar en un estadio a grabar material nuevo por la noche] que era la única área en la que podía decir: ‘No, no voy a comer eso’. Una vez que superé el control, la alimentación volvió a su lugar, de forma natural”.

Robbie Williams, quien perteneció a la boy band Take That en los años 90s advirtió que los problemas de salud mental eran inevitables en las boy bands superestrellas, y agregó: “Si no los tienen al principio, los tienen al final. Nadie tiene un pase libre en el juego de la fama extrema. Nadie sale del otro lado bien adaptado, feliz y mentalmente bien. Nadie.

En palabras de Liam “Todavía me siento como un niño en muchos sentidos. (Para mí) No existe una relación entre el dinero y la felicidad. Es un mito. El dinero es la capacidad de relajarse en ciertas cosas”.

Llegar a la cima antes de los 25

Y es que el pensar en que una persona de 22 años (la edad que tenía Liam cuando One Direction se separó) experimente una sensación de que ya hizo lo más importante que podía hacer en su vida, sintiendo que no sabe a dónde más ir (pues ya llegó a la cima), es realmente desconcertante. Es posible que tanto él como los otros miembros no hayan sabido quiénes eran fuera de la agrupación. Y es que la realidad es que la mayor parte de su desarrollo se dio ahí. Imaginar a una persona que ya ha sido un adulto de tantas maneras pero cuyo desarrollo se vio impedido de tantas otras debido a la fama puede dar lugar a una serie de problemas de los que es casi imposible escapar.

No podemos saber si estas fueron las causas reales de la muerte Liam. Lo que sí sabemos es que fue una persona a quien, al final de sus días, el público le privó nuevamente de la humanización que tanto le hizo falta a lo largo de su vida.

Las sucesivas oleadas de indignación anónima en internet no suelen ofrecer oportunidades de cambio, rehabilitación o justicia. Sino que atrapan a las personas en las peores versiones de su pasado. Y esto, lamentablemente, fue algo sumamente real en el caso de Liam. Sus errores a lo largo de su vida fueron muy reales, sí, y también merecían que se hiciera responsable de ellos. Sin embargo, parece que en los últimos años de su vida se le negó la posibilidad de redimirse o de que sus cualidades existieran al mismo tiempo que sus carencias.

El caso de Liam Payne es uno en el que la soledad, el vicio y la frustración terminaron por salir a la luz en su muerte. Sin embargo, los problemas que se desarrollaron durante su adolescencia y los primeros años de su adultez nos remiten a la deshumanizante explotación de las estrellas adolescentes, en las que su salud física y mental se sacrifica en nombre del entretenimiento y, principalmente, del dinero.

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Constanza García Gentil

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