La violencia contra las mujeres: problema de hombres

Las últimas semanas han dejado ver las consecuencias más despiadadas de la violencia contra las mujeres: los casos de Rebecca Cheptegei, quien murió después de que su novio le prendió fuego; Gisèle Pelicot, quien fue drogada y violada por nueve años por su esposo (quien hizo que fuera violada por 70 hombres más) y Kristina Joksimovic, exmodelo y finalista de Miss Suiza Kristina Joksimovic, quien fue asesinada, desmembrada y hecha puré en la licuadora por su esposo (supuestamente en esfuerzos de eliminar los restos).

 

A pesar de los avances que se han hecho en la concientización sobre la violencia contra las mujeres, son este tipo de acontecimientos los que dejan ver que las cosas siguen igual de mal en muchos aspectos. Que a pesar de los avances quizá el mundo sigue siendo igual de inseguro para las mujeres. Incluso dentro de su propio hogar.

 

Y probablemente esto se deba a la manera en la que hemos enmarcado la crisis de la violencia contra las mujeres: un problema que sufren las mujeres y que, a pesar de ser perpetrado por hombres, de alguna manera terminó convirtiéndose en responsabilidad de las mujeres. Y es quizá por eso que no hemos logrado avanzar como lo hemos hecho en otros aspectos de la lucha del movimiento feminista.

Aterrizando la crisis

Se estima que 736 millones de mujeres (casi una de cada tres) han sufrido violencia al menos una vez en su vida (el 30% de las mujeres de 15 años o más). Estas agresiones son perpetradas en su mayoría por sus parejas o exparejas, y afectan a más de 640 millones de mujeres (el 26% del total). En total, en 2021, unas 45.000 mujeres y niñas (cinco por hora) han sido ejecutadas por su pareja u otro familiar.

 

La violencia de género ocurre en los hogares, en público y en los lugares de trabajo. Las mujeres son las principales víctimas de la violencia de género, aunque existen pocos casos de hombres como víctimas. La violencia de género está profundamente arraigada en las estructuras, normas y valores sociales y culturales arraigados en la sociedad. La construcción social de la masculinidad y el uso de la violencia por parte de los hombres están directamente relacionados con este fenómeno. Las normas sociales que toleran el uso de la violencia por parte de los hombres como una forma de disciplina y control sirven para reforzar la desigualdad de género y perpetuar la violencia de género.

 

Este tipo de violencia es una de las principales causas de muerte entre las mujeres en edad reproductiva. La tasa de muerte por violencia de género supera las tasas de muerte causadas tanto por malaria como por accidentes automovilísticos en este grupo demográfico. 

 

Las mujeres de países de bajos ingresos tienen más probabilidades de sufrir violencia que las mujeres de países más ricos. En 2021, la OMS estimó que el 37% de las mujeres entre 15 y 49 años de países marginalizados sufrirán abuso físico o sexual por parte de una pareja íntima en algún momento de sus vidas, y el 22% de las mujeres denunciaron ese tipo de abuso en el año anterior, muy por encima del promedio mundial del 13%.

Involucrando a los hombres

En el libro Los hombres me explican cosas de la autora feminista Rebecca Solnit se menciona una cuestión que vale la pena tomar en cuenta. En el marco de la masacre de Isla Vista en Santa Bárbara, California en 2014 (en donde un hombre perpetró una matanza dejando 7 muertos y 13 heridos). El asesino subió un video a YouTube narrando sus planes previo al ataque,y expresó un deseo de castigar a las mujeres por rechazarlo y también el deseo de castigar a los hombres sexualmente activos por vivir una vida mejor que la suya. Su ataque tuvo, por encima de todo, motivos profundamente misóginos.

 

En el libro, la autora Rebecca Solnit menciona sobre el uso del hashtag #YesAllWomen por una usuaria de Twitter después de la masacre. Esto sucedió después de que, a raíz de los eventos, muchos hombres en redes sociales declararan su inconformidad afirmando que ellos eran diferentes: “not all men”.

 

El hashtag #YesAllWomen (que rápidamente se posicionó como trending topic) se refirió a  que, a pesar de que no todos los hombres sean asesinos y/o violadores, todas las mujeres viven con miedo de los que sí lo son. Y el continuar afirmando que no todos los hombres sean violentadores, a pesar de ser cierto, distrae del problema real: el aparato opresor bajo el cual los hombres han crecido en la sociedad.

 

Es por eso que es esencial reencuadrar el problema de la violencia contra las mujeres como un problema que recae en los hombros de los hombres. Un problema cuya responsabilidad cae totalmente en ellos. En palabras del escritor Justin Baldoni, la pregunta no debería de ser “¿Por qué las mujeres se quedan (en situaciones de violencia)? sino ¿Por qué los hombres lastiman?”

 

La violencia de género no es un “problema de mujeres”, sino un problema de toda la sociedad, y no puede ser responsabilidad exclusiva de las mujeres poner fin a esta crueldad. El hombre es el aliado natural, pero también el responsable de la gran mayoría de los actos de violencia contra las mujeres y las niñas. Los hombres deben asumir un papel protagonista, compartir la responsabilidad y participar activamente.

 

Y esta participación debe ser, por naturaleza, incómoda. Porque todo cambio que nos obliga a salir de la norma lo es. Se trata de llamar la atención de amigos, familiares, colegas e incluso extraños. Se tratará probablemente de perder algunas relaciones en el camino. Se tratará de cuestionar la propia violencia que vive en cada uno, a pesar de que nunca se han visto a sí mismos como potenciales violentadores. Se trata de alzar la voz y de adoptar el problema como propio para así luchar contra él, independientemente de haber perpetrado violencia o no.

 

Se trata de tener estas conversaciones con los niños desde que son pequeños para educarlos sobre cómo funciona el consentimiento para que no haya confusión más adelante sobre lo que constituye una violación. Se trata de reevaluar lo que los hombres consideran como el “rol de las mujeres” en la sociedad y darse cuenta que no les deben nada. Que el respeto debe ser mutuo y el valorar la dignidad es menester en cualquier relación. Nunca podremos superar esta terrible plaga si los hombres no empiezan a asumir esta responsabilidad también.

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Constanza García Gentil

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