El jueves de la semana pasada, la boxeadora argelina Imane Khelif se enfrentó a la boxeadora italiana Angela Carini, ganando en 46 segundos después de que Carini se retirara abruptamente de la pelea. Después del partido, Carini rompió en llanto y se negó a estrechar la mano de Khelif, diciendo a los periodistas que se retiró debido a la intensidad de los golpes iniciales de su oponente. “Puse fin al partido porque después del segundo golpe”, dijo Carini, “sentí un fuerte dolor en la nariz”. Las declaraciones de Carini le dieron la vuelta al mundo, en las que enfatizaba que “nunca en su vida la habían golpeado tan fuerte”.
Desde entonces, esa reacción ha generado un escrutinio sobre Khelif, a quien se le asignó mujer al nacer y se identifica como mujer. Las falsas afirmaciones de que es una persona trans o un hombre haciéndose pasar por mujer se difundieron rápidamente gracias a los informes de que fue descalificada de un evento de la Asociación Internacional de Boxeo de 2023 y al resurgimiento de comentarios del presidente de esa organización sugiriendo que su eliminación fue porque no pasó una prueba hormonal.
Las declaraciones inexactas sobre su identidad fueron impulsadas por destacados personalidades como J.K. Rowling (quien desde hace tiempo ya había comenzado a destacar en las redes sociales debido a sus comentarios clasificados como transfóbicos), así como políticos como el candidato republicano a la vicepresidencia de Estados Unidos, J.D. Vance, y la conservadora primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Sus declaraciones provocaron una revuelta en la derecha.
Todo esto sucedió al mismo tiempo de que el portavoz principal del Comité Olímpico Internacional, Mark Adams, tuvo que rechazar abiertamente las críticas que se le hicieron haciendo a la boxeadora argelina y confirmar, una vez más, que efectivamente es una mujer.
La polémica innecesaria generada alrededor de este tema es una prueba más de cómo las personas que quieren promover una agenda a toda costa no necesitan pruebas concretas, independientemente de sus afinidades políticas.
Los conservadores utilizaron un combate de boxeo femenino olímpico (y la desinformación sobre una de las atletas involucradas) para promover una agenda anti-trans. Incluso intentaron utilizar presuntos datos científicos (como los niveles de testosterona de la boxeadora) para sostener sus acusaciones.
Las acusaciones también surgen de la decisión de la Asociación Internacional de Boxeo, dominada por Rusia, de descalificar a Khelif y a su compañera dos veces olímpico Li Yu-ting de Taiwán del campeonato mundial del año pasado, alegando que ambos no pasaron una turbia prueba de elegibilidad para la competencia femenina.
Sin embargo, la realidad es que Imane, al haber crecido, vivido y competido en un país que prohíbe terminantemente las cirugías de cambio de sexo y donde además la diversidad de género es un tema en el que no existe tanta apertura aún, hubiera hecho literalmente imposible que ella cambiara de sexo. Nunca hubiera logrado competir y clasificar representando a su país si, de repente, en algún momento de su vida hubiera cambiado el sexo del que fue registrada al nacer: una mujer.
Esta discusión y las críticas transfóbicas se hicieron más intensas bajo la luz de la racialización de Imane, y el hecho de que su morfología corporal escapa las características que hemos clasificado como aceptables para las mujeres (pequeñas, delgadas, no demasiado musculosas, etc). El hecho de que una persona observe la morfología de Imane y, por el hecho de que es alta, musculosa, de hombros anchos y no tiene cabello largo o usa maquillaje, no debería ser conducente a concluir que esto la convierte en un hombre. El que este tipo de características nos lleven a hacer conjeturas de este tipo en una época en la que hemos hecho tantos avances por romper con las expectativas tradicionales para las mujeres en el patriarcado, nos deja ver cómo todavía nos queda un camino largo por recorrer.
Imane, las críticas y el oro
A pesar de las profundas, infundamentadas y contínuas críticas de las que fue objeto Imane, pasó a ganar la medalla de oro. Khelif venció a Yang Liu de China en una decisión unánime de los cinco jueces, quienes anotaron la pelea a su favor en los tres asaltos.
En declaraciones a la prensa después de su victoria, Khelif agradeció a su país y a sus seguidores y dijo que era un sueño cantar el himno nacional en París. “He soñado con los Juegos Olímpicos durante años, incluso mis padres soñaron con los Juegos Olímpicos”, dijo. «Toda la gente que estaba en mi contra, es mi forma de reaccionar».
“El pueblo argelino merece esta medalla. El pueblo argelino me conoce. Saben quién soy y mis habilidades sobre el terreno. Hoy los hice felices”, agregó.
La historia de Imane tuvo un final positivo para ella, su país y las nociones retrógradas sobre lo que una mujer puede (o debe) ser. Sin embargo, fue también un enorme recordatorio de cómo la desinformación puede esparcirse con enorme rapidez y cómo la misoginia muchas veces se esconde detrás de declaraciones que presuntamente apuntan hacia “defender a las mujeres” cuando en realidad desean mantenerlas en la misma jaula.
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