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La Universidad de Columbia: entre el activismo y la represión

Desde la semana pasada las protestas estudiantiles en favor de Palestina y la libertad de expresión se han propagado a lo largo de Estados Unidos, teniendo como epicentro la Universidad de Columbia. 

¿Qué pasó?

Desde fines del año pasado los Presidentes de universidades elite de Estados Unidos como la Universidad de Pennsylvania, Harvard y Yale fueron citados a comparecer ante el Congreso para discutir casos de antisemtismo en sus campus en el marco de las protestas a favor de Palestina. Sin embargo, las declaraciones hechas por la presidenta de la Universidad de Pensilvania, Liz Magill y la presidenta de Harvard terminaron por orillarse a renunciar después de recibir críticas por su testimonio en una audiencia en el Congreso sobre el antisemitismo en el campus al responder una pregunta sobre si pedir el genocidio de judíos violaba las reglas de la universidad.

 

La presidenta de Columbia Minouche Shafik no hizo parte de estas audiencias el año pasado debido a que estaba participando en un evento importante en relación a la crisis climática, pero su turno llegó en esta primavera cuando ella también tuvo que testificar ante el congreso. Sin embargo, después de atestiguar la experiencia tan desafortunada que vivieron sus contrapartes, Shafik decidió prepararse todavía más para lo que podría vivir. Se asesoró con consultores externos, comunicadores de crisis, expertos en antisemitismo, etc.

 

El problema durante las audiencias la Dra. Shafik no fue que hiciera declaraciones que la pudieran hacer caer en el antisemtisimo (pues las evitó por completo) sino que hizo parecer que era más importante quedar bien con el Congreso que defender la libertad de expresión de la institución que preside. Para una buena parte de la población estudiantil y personal académico, hizo parecer que estaba tomando decisiones administrativas en pro del Congreso. 


Al mismo tiempo, uno de los elementos que sirvió como catalizador de las protestas fue que, sin previo aviso, la Dra. Shafik implementó una regla que dictaba que los alumnos que desearan manifestarse debían obtener una aprobación previa por parte de la administración (algo que no había tenido precedentes durante la larga historia de activismo de la universidad que data incluso desde los años 60).


Sin embargo, al mismo tiempo que esta audiencia se estaba dando, decenas de alumnos de la Universidad de Columbia instalaron tiendas de campaña en medio del campus y se declararon un campamento pro palestino en abierto desafío a las mismas reglas que ella había implementado.

Las represalias

A pesar de que los comentarios por parte de miembros del Congreso fueron favorables para la Dra. Shafik, este comportamiento solo pareció atizar más el descontento entre los estudiantes que se manifestaron. 

 

Posteriormente consultó con sus decanos y el Departamento de Policía de Nueva York. Y esto termina conduciendo a una decisión increíblemente trascendental. Y eso es, por primera vez en décadas, llamar al Departamento de Policía de la ciudad de Nueva York al campus con equipo antidisturbios y disolver las protestas, suspender a los estudiantes involucrados y luego arrestarlos. El NYPD arrestó alrededor de 100 estudiantes que se estaban manifestando pacíficamente.

 

Este acto terminó por aumentar el descontento aún más entre la población estudiantil, pues el recurrir a la fuerza bruta y a la policía es una medida que hasta entonces era inimaginable para esta Universidad debido a su historia.

 

Y esta reacción no solo se vio en Columbia, sino que terminó por unir a decenas de Universidades de alto, mediano y bajo perfil a lo largo del país. Grupos de estudiantes pro palestinos en otros campus universitarios han realizado protestas similares en solidaridad con Columbia. Los estudiantes también han levantado campamentos en Yale, la Universidad de Harvard, la Universidad de Michigan, la Universidad de Nueva York, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad de California en Los Ángeles, la Universidad Politécnica del Estado de California en Humboldt, la Universidad de Texas, y en campus más pequeños intermedios. Y en cada una de estas instituciones hay presidentes y decanos, al igual que  la Dra.Shafik en Columbia, que se enfrentan a un conjunto de decisiones realmente difíciles.

 

Polarización y la Gen Z

Durante los últimos años la política en Estados Unidos ha terminado por tomar un rumbo extremadamente polarizante, tanto en las grandes escalas como incluso entre individuos en conversaciones normales del día a día en el trabajo, la escuela o incluso en casa o entre amigos. Este ambiente se ha venido construyendo desde el gobierno de Barack Obama, pero terminó por hacerse más visible durante el gobierno de Donald Trump (y más complicado durante el actual gobierno de Joe Biden).

 

En la teoría política básica la estrategia se basa en encontrar factores que unan a un grupo y a su vez sean capaces de dividir al grupo opositor. Sin embargo, este principio se ha vuelto sumamente prominente incluso en instancias que no son explícitamente políticas en Estados Unidos, lo cual ha sido un factor clave en la intensificación de este conflicto en específico.

Al mismo tiempo, la Gen Z (de la cual forman parte los estudiantes en cuestión) ha crecido atestiguando un enorme número de crisis desde la guerra contra el terrorismo, los desastres por el cambio climático, los tiroteos en escuelas (específicamente en EE.UU.) y múltiples conflictos sociopolíticos alrededor del mundo. Esto aunado a la pandemia de COVID-19 (que muchos vivieron en momentos particulares de su vida como terminar la preparatoria y empezar la universidad) y la crisis económica han hecho que esta generación crezca como prácticamente ninguna otra. Están acostumbrados a la crisis pero también tienen límites pues ahora conocen en carne propia el poder que las redes sociales y el activismo pueden tener para cambiar las circunstancias. Es por esto que en este caso, incluso con las amenazas de suspensión y consecuencias legales, los estudiantes han terminado por oponerse todavía más a las circunstancias en lugar de huir de ellas.

 

La noción de una universidad como lugar de discurso y aprendizaje no puede excluir la participación en los debates contemporáneos, que es lo que se está preparando a los estudiantes para aprender. El pensar que una generación como esta no iba a tomar parte en un tema que ha sacudido al mundo entero sería ignorar los mismos principios que se les está enseñando. Es por eso que la persona que esté al frente de las instituciones debe de ver y aceptar al estudiantado que tiene, y no el que sería menos incómodo tener en una época tan polarizante como la que vivimos en este momento.

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Constanza García Gentil

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