Pope Francis holds a weekly general audience, at the Vatican, December 13, 2023. Vatican Media/Handout via REUTERS
El día de ayer el Vaticano publicó el documento titulado Dignitas Infinita (dignidad infinita), en el que se profundiza sobre la posición de la Iglesia Católica en temas como las personas transgénero, la cirugía de cambio de género, la industria de los vientres subrogados, el aborto y el matrimonio de las personas del mismo sexo, entre otros.
Al mismo tiempo se tratan temas como pobreza, migración, violencia contra las mujeres, tráfico de personas y guerras. Este documento es una especie de explicación sobre qué prácticas “erosionan la dignidad humana”. Esencialmente un manual moral contemplando el panorama social y político actual. Este documento comenzó a ser elaborado en 2019.
En este documento la Iglesia explica por qué cree que la fluidez de género y la cirugía de transición, así como la subrogación, constituyen afrentas a la dignidad humana. También se sostiene que la explotación de los pobres, los marginados y los vulnerables equivale a una erosión de la dignidad humana.
El Vaticano sostiene que la fluidez de género (o simplemente la idea de que las personas pueden decidir su propio sexo según cómo se identifiquen a sí mismos), atenta contra la dignidad humana porque “borra la diferencia entre hombres y mujeres”, que dentro de la doctrina se considera un regalo de Dios.
El Papa Francisco, aunque ha dado la bienvenida personalmente a las personas transgénero (ha conocido a muchas a lo largo de su papado), está convencido de que existen poderosos grupos de presión que están impulsando lo que el Vaticano llama “teoría de género” como una forma de “colonización cultural” en sociedades más tradicionalistas. Cabe mencionar que el presionar a una persona a identificarse (personal y sexualmente) según las normas que estipula la Iglesia también podría ser, de alguna manera, otro tipo de intento de colonización.
Esta ideología, afirmó el Vaticano en el documento, «prevé una sociedad sin diferencias sexuales, eliminando así la base antropológica de la familia». El Vaticano dijo que era inaceptable que tales ideologías lograran “afirmarse como absolutas e incuestionables, dictando incluso cómo se debe criar a los niños”.
Al mismo tiempo, el documento reitera su oposición a la subrogación, argumentando que aunque el proceso puede satisfacer los deseos de las parejas que desean tener hijos, lo hace a costa de una dignidad humana más amplia porque reduce a las mujeres, en opinión del Vaticano, a “simples portadoras», y a los niños a lo que el Papa ha llamado productos de la “comercialización”.
Este documento, que tardó alrededor de 5 años en ser elaborado, contrasta con la tendencia del Papa Francisco de adoptar posturas más flexibles y abiertas hacia las personas homosexuales, el diálogo con los jóvenes y el decir que incluso las personas ateas podrían ir al cielo. Al mismo tiempo ha hecho fuertes críticas a la cultura de consumo, la avaricia corporativa y la noción de economía de goteo.
Sin embargo, este documento reafirma que a pesar de estas declaraciones y gestos, las creencias de la Iglesia bajo el papado de Francisco siguen siendo igual de conservadoras que siempre. Aunado a esto, uno de los problemas que este documento presenta es el atizar (todavía más) las creencias de grupos conservadores que se basan en declaraciones como estas para sustentar iniciativas políticas y sociales que afectan a miles de personas.
Es importante recordar que a pesar de que la Iglesia tiene libertad de declarar qué prácticas son aceptadas dentro de su comunidad y cuáles no, estas no deberían de tener ningún impacto en las políticas de gobiernos seculares o en el sustento para pedir la eliminación de derechos o aumento de penalizaciones.
Sin embargo, hoy sabemos que esto no sucede así. El Cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, enfatizó la desaprobación de la Iglesia a la criminalización de la homosexualidad. Sin embargo, la realidad es que este tipo de documentos fomentan la violencia hacia la comunidad LGBTQ+ ya que dan una especie de sustento teórico publicado por una autoridad y una institución establecida por siglos. El Vaticano nuevamente apoya y propaga ideas que conducen a daños físicos reales a personas transgénero, no binarias y otras personas LGBTQ+.
Al mismo tiempo, este documento utiliza una premisa ambigua y al mismo tiempo altamente denigrante afirmando que algunas de las prácticas a las que se oponen terminan por “erosionar la dignidad humana” de las personas que las hacen. Esto se debe a que la Iglesia condena desde prácticas criminales como el abuso sexual y el cyberbullying en la misma condición que las personas que cambian de sexo por voluntad propia.
De manera que a pesar de los aparentes esfuerzos del Papa Francisco a lo largo de sus once años de papado para hacer aproximaciones que hagan ver a la Iglesia más flexible y liberal en algunos aspectos, este documento nos hace ver que los fundamentos en los que se edifica son, efectivamente, impermeables al rumbo de la cultura.
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