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Activistas LGBTQ+ abogan por no normalizar a la ultraderecha

Monika Magashazi es una luchadora. La mujer trans de 52 años vive en Hungría, gobernada por el partido nacionalista de Viktor Orban, Fidesz, desde 2010. 

Para la comunidad trans húngara la situación «está yendo de mal en peor”, explica a DW. Constata que el gobierno intenta presentar a las personas trans como pedófilos y delincuentes cada vez que tiene la oportunidad.

Enfrentada a un clima político inmensamente hostil y, al mismo tiempo, al difícil proceso de aceptar su propia identidad como mujer trans, incluso intentó quitarse la vida. Pero pensar en sus hijos le salvó la vida y decidió «seguir viva” por respeto a ellos. 

Tras varias cirugías y un tratamiento de sustitución hormonal, la activista afirma: «Me presento como mujer ante la sociedad, pero no puedo demostrarlo a través de mi documento de identidad. Puede imaginarse lo estresante que es la situación para mí”. 

En 2020, el Parlamento húngaro aprobó una ley que prácticamente prohíbe a las personas trans cambiar su sexo de manera legal. El proyecto de ley cambió la categoría de sexo en los documentos oficiales a «sexo al nacer». Una vez determinada, esa categoría no se puede modificar.  

Según el gobierno húngaro, la legislación pretendía poner fin a la inseguridad jurídica, pero no «afectaba el derecho de hombres y mujeres a experimentar y ejercer libremente sus identidades como quisieran».

Grupos de derechos humanos criticaron que esto obliga a los individuos trans a revelar su identidad cada vez que presentan su carné de conducir o su pasaporte, lo cual podría exponerlos a sufrir acoso y discriminación. 

«Solo imagínese», dijo Magashazi, «que la llaman para una examinación y el asistente grita su ‘nombre muerto’ (el nombre de nacimiento) por el pasillo. Nos vemos confrontados a esta clase de situaciones cada día”. 

Magashazi teme el ascenso de la ultraderecha en las elecciones europeas. Su mensaje para los demás partidos es claro: «Por favor, miren a la sociedad húngara y a la comunidad trans húngara. Miren mi caso. Si pactan con la ultraderecha, este va a ser el resultado en su país”. 

Vanessa Santamaria y Laura Magnarin tienen un mensaje similar. La pareja homosexual italiana relató a DW que eran una de las más de 30 familias a las que se declaró inválido el certificado de nacimiento de sus hijos.

Esto ocurrió después de que el gobierno de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni ordenara a las autoridades locales que dejaran de registrar a ambos padres si estos son del mismo sexo. 

Santamaria y Magnarin temen que el verdadero objetivo del gobierno sea llevar a cabo una campaña de odio contra el colectivo LGBTQ+.  

«Luchamos por nuestra visibilidad y nuestros derechos, pero ahora quieren que volvamos a entrar al clóset”, afirman. 

Por ello, ambas madres se manifestaron en contra de cualquier proceso de normalización o cooperación con partidos de extrema derecha como Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia), de Giorgia Meloni, un partido con raíces neofascistas.

Se estima que Meloni probablemente salga de estas elecciones europeas ocupando una posición clave. Tanto el grupo de partidos de extrema derecha como la actual presidenta de centroderecha de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quieren pactar con la fracción parlamentaria liderada por Meloni para obtener la mayoría suficiente en el próximo Parlamento europeo. En Bruselas, funcionarios dijeron que Meloni «no es tan mala” como se pensaba en un principio. 

Bart Staszewski, uno de los principales militantes del movimiento LGBTQ+ en Polonia, cree que los líderes políticos europeos tendrán que ser cautelosos en su elección a la hora de decidir con quién establecen alianzas, aunque eso «pueda resultar difícil”. 

Staszweski recuerda los ataques que él y otros activistas recibieron por parte de políticos, medios de comunicación y tribunales bajo el anterior gobierno conservador-nacionalista. «Nos sentíamos como ciudadanos de segunda clase”, critica. 

Fue un proceso gradual «y ni nosotros ni las personas de nuestro entorno entendíamos que estaba pasando realmente, hasta que fue demasiado tarde y un tercio de Polonia había sido declarado como ‘zona libre de LGBT’”, relata Staszewski.

El activista espera que el nuevo gobierno actual rectifique la situación en su país. Sin embargo, es esencial no olvidar la lección que tuvieron que aprender por las malas, y resume: «No pacten con los malos”. 

Con información de DW 

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